Capítulo 1: El Gitano Kavi de Bazille

Posted by Kamijou Hiroki

La lluvia se dejaba sentir bajo un cielo grave y mustio que se volvía cada vez más oscuro.

Yo, vestido con largas botas de piel, sombrero negro y envuelto en una capa raída, suplicaba mentalmente que la tormenta esperase a que encontrara un refugio en aquel bosque capaz de engañar al ojo más avisado.

El enorme laberinto de hojas negras podía perder a cualquiera y perderse significaba terminar hundiéndose en una trampa de arena. Por más fuerte que fuese, me debatiría hasta morir asfixiado y era lo suficientemente previsor como para evitar accidentes fatales en el camino errado.

Hace horas que el bosque se agitaba como si estuviese despertando. En dicho trance, aguzaba la vista tratando de adivinar si ya las fieras estaban al acecho. Mantenía la mano en el mango de la espada, dispuesto a sacarla en cuanto fuese necesario. El pequeño aro de plata que colgaba de mi oído derecho se dejaba sentir fríamente contra el lóbulo, junto con el ritmo de las pisadas de quien se acercaba rápidamente hacia mí..

Esos pasos hicieron rebalsar el agua depositada en las grietas del piso irregular y escuché la voz de alguien que llamaba a grandes voces:

- ¡Quien va!

Dudé antes de aventurar palabra. Usaba alternativamente el nombre de "Lord Lanmaor" y "Lord Maurice", pero esos nombres también se habían vuelto peligrosos y no sería dable explotarlos más.

- ¡Un viandante perdido! - respondí conservando el anonimato.

El sonido de un trueno y la luz nos cegó tanto a él como a mí.

Iluminó lo suficiente para que viera un cartel con mi rostro dibujado y, para mi estupor completo, ponía letra por letra: "SE BUSCA, VIVO O MUERTO: Kavi Jerome de Bazille". Lo más perturbador, sin embargo, era la cantidad exorbitante que ofrecían por mi cabeza. ¡Cien piezas de oro puro! ¡Robar un simple manuscrito a un noble botarate no podía costarme tanto!

Repasé los pecados pasados y ninguno se le parecía ni por asomo.

- ¡Por fin has llegado, maldito! - me espetó furioso el extraño.

Y en el colmo de la desgracia, el tipo buscaba precisamente un enfrentamiento.

- ¡No le conozco, buen hombre, así que me niego a pelear con usted! - grité desplazándose grácilmente hacia un lado, porque el otro, ignorando mi amable voluntad, ya sacaba la espada y acometía hacia mi dirección.

- ¡¿Está seguro que no me conoce?! ¡Pues sepa que soy su prometido!

- ¡Mi prometido! - pregunté intrigado. Sin tiempo para el amor era imposible que no recordara ese tipo de cosas.

- ¡El suyo no!, ¡El de Dorianne Quintamar!

- Pues, no logro comprender cuál es mi relación con esa persona... lo lamento. - dije con todo el aplomo que me quedaba.

- ¡Yo le refrescaré la memoria!- respondió agitando la espada de derecha a izquierda y luego, girando la muñeca para volver a acometer con tanta fuerza que se llevó mi capa raída, arrancándola prácticamente de mis hombros.

- ¡En verdad debe haber un error!- Me parecía tonto enfrentar a alguien sin saber el motivo.

Pero él estaba completamente seguro por lo visto y no lo pondría fácil.

- ¡El único error lo cometió mi padre al recibiros en su casa! ¡Un caballero! ¡Menuda estupidez, un varón sin honra! ¡El hombre que sedujo a mi prometido y tuvo el descaro de poseerlo un día antes de la boda!

- ¿Ah? - cierta gota de frío sudor me dejó helado.

Sus acusaciones me dejaban bastante lejos. Yo acababa de llegar en el barco "El Tigre", el día anterior. Mi estadía en alta mar había durado tres meses y no había tenido la menor posibilidad de vivir aventuras galantes. Aparte, no era yo de los que cazaba en vedado y fuera de ciertas miradas halagüeñas jamás le había puesto un dedo encima a hombre ajeno.

- ¡Imposible!

- ¡Díselo al juez cuando te condene a la horca! ¡Será chico el precio que vas a pagar por los encantos de Dorianne!

Bien, el hombre no me iba a escuchar y yo no tenía tiempo que perder para convencerlo de lo contrario. La importante misión a mí encomendada, rezaba que debía estar en la Alcazaba. Mi abuelo esperaba ya por noticias y sabía de sobra que nuestros planes se verían afectados si trataba inútilmente de aclarar el malentendido con mi vengativo caballero ofendido.

- ¡Ahhhhhhhhhhhh!

Apenas le empujé de lado, pisó mal y al resbalarse, la espada cayó por las grietas abiertas en la base de los árboles. Sin armas e indefenso, envainé y le señalé el camino de salida.

- Vaya directo por este sendero, milord, sin despegarse, en la posada podrá descansar, y recuerde, Kavi de Bazille no tiene nada que ver con... ¿cómo dijo que se llamaba?

- ¡QUIERO QUE TE PUDRAS EN EL INFIERNO, INFELIZ!

- Como lo desee usted... pero lamento decepcionarlo, el infierno no existe...

Me alejé encogiendo los hombros, sin mirar hacia atrás. Cierta persona que conozco diría que estaba malgastando amabilidad con tipos ciegos como ese.

Mejor olvidarlo...

Y saltar sobre las ramas y piedras en la parte más abrupta. Concentrado en la subida...

Nada me preparaba para lo siguiente.

- ¡Detente, vil zíngaro embaucador!

- ¿¡Ah!?

- ¡Soy Edimbert des Pas! ¡El esposo de Iser! ¡El hombre más bello de Dacia!

Eso rayaba en la mística. ¡Dos retadores en una noche! ¡Y por el mismo delito!

Ya que íbamos a pelear, por lo menos me hubiera encantado echarle una mirada a los muchachos que teóricamente corrompí. En vez de eso, pasaba revista a los novios engañados.

Enfilé las acciones diplomáticas en hacerme el desentendido.

- Pues... felicidades, tener un compañero bello siempre es una bendición. Si alguien como yo pudiera casarse, también habría elegido un joven guapo y...

Acomodé el ala de mi sombrero, fingiendo indiferencia. Era obvio que iba a tratar de alcanzarme con ese sable oriental bien afilado.

- ¡El hombre que te llevaste a la cama hace tres días!- bufó seriamente.

- ¡Heeeeeeeeeeeey! Mucho cuidado... este es mi traje preferido.

Los jabalíes líderes de manada, con sus colmillos afilados y peligrosos embistes quedaban pequeños al lado de este furioso contendor. Si llegaba a tocarme, quedaría estampado contra el árbol más cercano. Debía convertirme en una pantera ágil si quería dejarle atrás sin hacerle daño.

- ¡Juro por el sagrado símbolo de la...! - dije perdiendo el sombrero, quedando con el rostro al descubierto.

- ¡NO PERJURES! - respondió él, con voz cavernosa - ¡No te atrevas a mancillar los símbolos sagrados con tu felonía!

Quedando sin defensa visual, fui medido de pies a cabeza.

Lord Edimbert repasaba mi rostro levemente anguloso, de ojos negros y cabellos desordenados.

- ¡Pero si eres tú, desgraciado!... ¡Ahora vas a negar que me conoces!

- Con todo respeto, señor, no le he visto en mi vida.

Volvimos a cruzarnos y esta vez sí, calculé dejarlo fuera de combate. Si alguien tan grande y fuerte como él tenía oportunidad, iba a cortarme el cuello.

Con el rápido pasar de mi arma, levanté el agua empozada hacia sus ojos. Esa breve distracción, me permitió llegar a la proximidad adecuada y golpearlo con el mango de la espada en la sien. Fue a dar contra una piedra y quedó tirado entre el musgo y la hierba apenas crecida.

Entre la maleza, temblaba su criado.

- Ehhh tú, ven...

Dudó si presentarse o no.

- No haré nada. Y no te preocupes, no está muerto, apenas dormirá algunos días. - le eché algunas monedas a los pies - ... con esto será suficiente, cúidalo bien y aconséjale que no vuelva a cruzarse conmigo.

El joven obedeció y antes de entregarse a curar las heridas de su señor, me abrazó desde atrás susurrando:

- Esa noche que pasamos juntos en la huerta sigue quemando en mi corazón... esperaré nuestro próximo encuentro...

- ¿En dónde...?

Me giré y se empinó para besarme.

¡La noche más extraña de mi vida no tenía comparación!

Apenas pude separarme, me despedí cariñosamente, para no ofenderlo, pero ya tenía mis sospechas de lo que estaba sucediendo...

"Así que has barrido con todo el continente... deja que te encuentre... vas a ver..."

Dos tramos más allá me esperaba el hermano de alguien. Un kilómetro a la distancia, el padre de otro. Y entre primos, entenados, sobrinos y novios calculé diez retos en menos de seis horas.

Llegué a las lindes del bosque y elegí el árbol más alto para descansar mis magros huesos.

La única persona que podía responsabilizarse de toda esa caterva de gente desaforadamente desflorada era "Él", pero que se atreviese a usar mi nombre no lo dejaría pasar. Ya no era el adolescente lleno de indulgencia. En cuanto le tuviese en frente, arreglaríamos el asunto por la fuerza.

Listo para dormir, sentí un golpe en la base del árbol.

- ¡Oh!

Si... abajo, diez caballeros ofendidos esperaban el resultado.

Todos se habían reunido a talar mi refugio y discutían acaloradamente sobre si matarme allí mismo o disfrutar el espectáculo de mi ejecución.

Preocupado por la forma en cómo esto interrumpía los planes elaborados por la sociedad Romaní a la que pertenecía, saqué la carta sellada y abrí su contenido para memorizarlo antes de destruirla. Si este mensaje llegaba a las manos equivocadas, sería el fin de nuestra raza...

Las letras de fuego del sobre blanco, me asustaron de sobremanera... ¡alguien lo había logrado! ¡Mi abuelo tenía que saberlo!

Mientras caía con la copa verde llena de hojas, encendí el papel que ardió rápidamente. Su disolución en el aire marcó otra revelación que me guardé bien, aunque no pude verla completamente. Dos segundos después estaba bajo diez espadas, diez pies y diez miradas ceñudas capaces de ahuyentar a cualquiera.

Carne fileteada...

La imagen del futuro no se presentaba halagadora.

- ¡Dejad a ese hombre!

A caballo, un guardia real, el lancero de la Marca, impuso respeto, despejando a diestra y siniestra a mis atacantes.

- ¡Debe pagar por sus ofensas!

- ¡Se trata de un infame seductor!

- ¡Un Tenorio gitano!

- Los cargos podéis presentarlos mañana en la Alcaldía de la Marca. Ya su cabeza está pedida por nuestro alcaide, la razón es muy sencilla: ha deshonrado a su hijo. Así que con seguridad será torturado y tendrá su merecido en una ejecución pública.

- ¡Viva la justicia!

- No estaré feliz hasta verle hundido en su propia sangre...- amenazó el gran Edimbert.

Inteligentemente les dejé ser. Otro más exaltado habría gritado su inocencia a los cuatro vientos, removiendo los ánimos y provocando una golpiza de consecuencias inconmensurables. Yo, di gracias al cielo por el tiempo concedido y me dejé atar y subir a la grupa del caballo. De esa forma, alejado de quienes ansiaban pequeños trozos de mi persona, alistaba mi plan de escape.

Ya las manos actuaban ágiles en desatarse, cuando vi las temibles torres de la Marca.

No tenía opción. Por más que me repugnase, debía asesinar al guardia y escapar en el caballo.

Me erguí de pronto, con las manos libres y robé su espada. Yo iba montando de espaldas, él, en su posición, sorprendido, no supo qué hacer. Hice rodar el casco hacia el piso y me sorprendió su juventud.

Treinta soldados nos alcanzaron y se detuvieron al verme con la espada en el cuello de su joven camarada.

No debí ver sus ojos... acababa de perder, no podía, simplemente mi caballerosidad actuó en mi contra y lancé el arma.

En ese momento me cayeron encima.

-----------------------------------------------------------------

A oscuras, desperté en la celda. Quizás el último espacio destinado para mí en el mundo de los vivos.

La cabeza me dolía terriblemente. Había recibido los cálidos abrazos de los treinta muchachos más amables del reino.

Todo por culpa de...

Escuché un silbido que venía de la celda del frente.

¡INIMITABLE!, sólo Él podía producir notas de semejante calibre... el muy maldito. De hecho que estaba pensando en destrozar los barrotes para llegar a su celda.

- ¡TUUUUUUUUUUUUUU!- me agité estirando los brazos a través de las rejas.

- Shhhh... típico de ti, Kavi - me espetó - apuesto que has perdido una buena forma de escapar por ser considerado. En mi caso también fui atrapado anoche, pero en otras lides y con otras compañías.

- ¡TE ATREVISTE A USAR MI NOMBRE! ¡HE VISTO CARTELES POR TODOS LADOS PIDIENDO MI CABEZA!

- No me culpes, dijiste que demorarías un año. Para entonces la gente iba a olvidarlo... ¿Cómo iba a saber que volverías tan pronto? Sinceramente no pensé que sobrevivirías a los caballeros de la orden de Malta. Además no tienes por qué ser quejoso, ese dibujante que usaron es bueno... salimos sensacionales...

- ¡Y PUEDES ESTAR TAN TRANQUILO! ¡POR QUÉ NO HICISTE TUS CONQUISTAS FIRMANDO CON TU PROPIA PERSONA!

- No sería divertido... además, como Camilo ya tengo un historial demasiado nutrido de amantes... ¿Tanto te cuesta un "Hace tiempo que no nos vemos, hermano"?, um... con los demás eres amable, pero para tu propia familia sólo tienes frialdad... oh, qué desgracia la mía.

- Acércate para que te vea - pedí sabiendo ya lo que iba a aparecer.

Mi propio rostro.

Cabellos tan azabaches que reflejaban. Entre lacios y ondeados. Definido, delimitado, el borde se unía con la barbilla y nos daba el aire romántico... culpable de la lluvia de admiradores que flotaban alrededor de nuestra herencia gitana de piel ámbar.

Camilo era el que me condenaba por crímenes ajenos con ese detalle.

Era mi gemelo.

- Deberías sonreír un poco más, Kavi... esa expresión seria que usas nos quita belleza...

Golpeé horizontalmente las barras de la prisión.

- ¡Demonios constelados! ¡Tus jugarretas de semental están a punto de costarnos la vida!... juro que si salimos de esta... vas a probar el filo de mi espada...

Él se paseó sin perder la calma. Alto, fuerte, marcado sin llegar a ser voluminoso. La estampa perfecta para caer hechizado.

- No me culpes... y si deseas un consuelo, tus noches de amor en este país te harán famoso por siempre. Las hazañas amatorias de Kavi de Bazille serán conocidas por las generaciones futuras... deberías agradecer la inmortalidad... yo, humildemente, permaneceré en las sombras... vamos, tú y yo sabemos que por ti mismo no llegarías a hacer gritar de placer a...

- ¡Basta! ¡Basta! ¡Descarado!... por tomarlo todo como una gran broma nuestros planes podrían frustrarse...

- ¿Qué susurras allí?

- Nada... - me crucé de brazos dándole la espalda - ...encontraré la forma de salir y sacarte de aquí, pero después de eso no quiero verte nunca más.

- Um... si has renunciado a la idea de vengarte, quiere decir que la misión del viejo es más importante que tu propio orgullo... ¿tan fundamental es esa cosa en la que andan metidos?

- No puedo hablar de ello.

- Ni una palabra... ahora sé por qué te eligió a ti... yo no habría soportado...

- Sólo salgamos... y por lo más sagrado, deja de dar mi nombre a tus arrasados amantes.

- No puedo prometer nada - rió Camilo desde la celda de enfrente - pero lo intentaré. Por cierto, he logrado progresos sorprendentes seduciendo al guardia de las llaves. Si esperas una hora, estaremos prontamente a salvo.

- En serio... eres...

- Efectivo...- dijo feliz, como un león.

- Imposible...

- Créeme, ha valido la pena. Dorianne, Isser, Esteban, Darío, Remí, Au...

- No quiero la lista completa. Guárdatela para repasarla a solas, pervertido.-

Estaba amoscado. Sus costumbres no habían cambiado nada. Desde que estábamos estudiando con nuestro abuelo, terminó relacionándose con todos los maestros y criados que nos ponían delante y ya en ese tiempo a algunos solía decirles que era yo. El problema residía en nuestro nivel de parecido físico. Idénticos. Imposibles de diferenciar a simple vista. Por eso me esforcé bastante en distinguirme. Incluso el aro que llevo es el mismo que él tiene.

Bueno, no exactamente el mismo. En el interior, está grabado mi nombre, pero eso no es algo que pueda verse a menos que se examine al milímetro. El mío dice "Kavi" que significa "casta de poeta" el suyo, "Camilo", "aires de libertad" y reflejábamos nuestros nombres al extremo .

- No todos podemos ser monjes como tú - me soltó sentándose y cruzando las piernas, era su posición preferida.

- ¿Debería ser un licencioso libertino entonces?

- De hecho - me corrigió - ... ya lo eres, "Kavi el insaciable", regando placer por donde va... ese es tu lema.

- Ni siquiera me hagas recordarlo - corté.

La puerta del pasadizo se abrió y lo notamos por la creciente luz.

- Escóndete - dijo - ... acaba de llegar nuesto pasaje a la libertad.

Mis escrúpulos condenaban que le dejase actuar a sus anchas, sin embargo no se me ocurría otra solución y obedecí como un niño.

¿Saldríamos de esta o el siguiente giro de la fortuna nos pondría en un aprieto peor?

0 comentarios:

Publicar un comentario