Capítulo 3: El Espejo de Odessa

Posted by Kamijou Hiroki

Odessa, la ciudad con más concentración de población gitana, acababa de ser puesta en jaque por los caballeros que retornaban de rescatar el Santo Sepulcro de manos de los sarracenos. La habían sitiado ciento treinta días, hasta que el gobernador cristiano, aceptara entregar a cada zíngaro que habitase en sus calles y en las últimas 24 horas, los gitanos entregados habían sido ejecutados públicamente y estacados alrededor de la ciudad.

Las acusaciones que pesaban sobre sus cabezas eran canción antigua: hechicería, pacto con el diablo, uso de hierbas prohibidas, traducción de libros proscritos, robo, usurería, cartomancia, cosas que se consideraban juegos de niños y que la iglesa y las órdenes de caballería dejaban pasar a menos que hubiera dinero de por medio.

Sin embargo, esta vez, la ejecución de los romaníes de Odessa parecía tener un motivo oculto. Y ni el mismo gobernador supo por qué, luego de entregar a sus ciudadanos no cristianos, tuvo que sufrir el ultraje de tener a los soldados del Temple rebuscando casa por casa, algún extraño objeto que nadie le supo precisar.

A kilómetros de allí, había una persona que lo sabía.

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El pasto es mullido, la hierba grana...

Seguramente me encontraba en un sueño... me esforzaba en aguzar los ojos para leer una y otra vez el verso cifrado de la nota que me vi obligado a desruir mientras caía de un alto árbol.

"No puedes ofrecerle los sentidos derrotados
Ni ocultar la verdad ante sus ojos
caminando por las cuerdas del viejo Arquímedes
dirígete al sol para encontrar el reflejo
del espejo de Odessa
si logras distinguir entre sus gritos
a aquel que esquivó las flechas de oro
entonces cerca estarás de mirar
lo que buscaba el tonelero con su lámpara"


No podía ser otra cosa, Odessa había caído a sangre y fuego. Arquímedes era el creador de los célebres prismas capaces de incendiar ciudades y esa referencia no podía ser casual. Eso ya no tenía remedio... mis esperanzas se concentraban en la última parte... "aquel que esquivó las flechas de oro", ¡sería posible! ¡alguien ya lo había descubierto! y rogaba para que mis sospechas se convirtiesen en realidad.

Nebulosamente venían de forma alternada los símbolos del papel que fue calcinado hasta su última fibra.

"Una péntada... una cruz... un báculo..."

Eran cinco y me faltaban dos, pero no me percaté de su importancia hasta que ya era demasiado tarde.

Luego, vino a mí la imagen del joven jinete de la marca... ¿era en verdad un militar?

Tenía conocimientos en ese campo, pero no lucía como un joven guerrero. Además, sus modales excedían en mucho al de los miembros de la fortaleza y para tener ese cargo anodino, dada su cuna... hum... qué caso más extraño... quizás un poco... demasiado hermoso... y si lo sometía a un análisis más acucioso era mi pregunta obligada ¿por qué un guerrero de la marca que supuestamente ha sido enviado por el alcaide, venía como si hubiera seguido mi propia ruta?, no... él me salvó por una razón... otro me habría clavado la pica en medio de los ojos. Mi misterioso muchacho ni siquiera había pensado en reclamar la recompensa.

- Sí.. de hecho es demasiado sospechoso - dijo una voz, desde la realidad.

Cuando desperté, vi a Camilo casi encima mío, con las manos apoyadas a los lados de mi cabeza y sonriente, despreocupado como siempre.

- ¡Aparta! - me revolví enfadado, cortando de plano su cercanía conmigo.

Recién vino a mi mente el collage de imágenes que trataba de olvidar. El guardia de las llaves, desnudo, disfrutando, la pelea, el río, las armaduras brillantes. Camilo usando mi nombre para despoblar el mundo de vírgenes...

- ¿Aparta?... vamos... ¿sólo por que estás teniendo sueños prohibidos con tu no-vie-ci-to? No seas puritano... déjame ver...

Eso era lo que menos extrañaba de regresar. Afuera, lejos del continente, la distancia se había encargado de cortar nuestro lazo mental o disminuírlo a simples intuiciones y me sentía libre e independiente. Aquí, frente a él, sus ondas mentales podían sondearme de tal guisa que veía mis sueños como si fueran suyos. Claro que yo también podía robar información e incluso preparar espejismos para distraerlo de la mía, pero esa lucha psíquica terminaba agotándome y era continua y permanente.

Nacidos de una aristócrata gitana, de origen turco, Camilo y yo habíamos heredado los dones que la hicieran famosa bajo diferentes nombres en las cortes ocultistas del mundo. Nuestra madre, una hermosa mujer de piel ámbar y cabellos negros de belleza excepcional, fue una gran astróloga y maga, la primera que llegó a desarrollar una teoría de alta precisión sobre los conocimientos del mundo espiritual. Su padre (mi abuelo), le permitió el acceso a todo el conocimiento del mundo antiguo. Alquimia, medicina, mitología, lenguas muertas, del que ella sabiamente se nutrió. Y fue como pocas, libre y de una voluntad indomable. Ella misma eligió a nuestro padre, un hombre cristiano y lejos de su alcance, por pertenecer a una familia noble que se envanecía de proteger los símbolos de la cruz. Sin embargo, él dejó a los suyos y ambos derrotaron los obstáculos que se imponían entre ellos, uniéndose en perfecto amor. Su muerte, al dar a luz, destrozó a nuestro padre. Apenas dos días después de su partida, el hizo también el viaje terrible al más allá.

Nuestro abuelo vendió todo lo que tenía y escapamos.

Amparados por fieles amigos, nos establecimos en un pequeño rancho en ... y allí, lejos del mundo y ocultos a la vista, empezamos nuestra crianza, entre personas que no conocíamos, pero que se portaban con suma amabilidad y trataban inútilmente de distinguirnos. Si mis capacidades no fallaban... Bazille podría no ser siquiera nuestro verdadero apellido.

- ¡No es mi noviecito! - rechacé - ... ¡qué no has escuchado la palabra privacidad! ¡en serio eres... detestable!

- Puedes decirlo en quince idiomas si quieres, pero eso no mejorará tu situación. Y con lo corto que eres, seguro que dejarás escapar a esa persona sin buscarlo siquiera... Kavi, Kavi, Kavi... me pregunto si tus cualidades amatorias no se atrofiarán si sigues sin...

- ¡Vete al diablo!

Me paré furioso. Camilo sabía cómo enfadarme. Era el único que me sacaba de mis casillas y mientras más me molestaba, más se divertía.

Lo miré directo, apartándome de él.

"Eres un..."


- ¡Kavi Jerome de Bazille ha dicho malas palabras! - se rió aplaudiendo.- ¡Bravíssimo!, por hoy estaré tranquilo hasta la cena.

- Ya falta poco para llegar a casa... recuerda tu promesa...

- Vale, no propasarse con el discípulo del viejo si es que tiene uno... a menos que...

- ¡No hay a menos que! ¡No existen condicionales! ¡Dijimos que no y es no...! Es mejor refugiarnos aquí un tiempo. El panorama pinta mal y nos deben estar buscando. Cuando las cosas se calmen, puedes irte a donde quieras, me valdrá un pepino, por supuesto - bufé.

- No lo dices en serio - sonrió mordiendo una ramita de sauce y silbando a través de ella. - ... eres demasiado bueno para desearme el mal, por más que sea tu pesadilla.

Quizás esa era la segunda cosa que más odiaba de él.

Yo había estudiado bastante para alcanzar el dominio de mi psiquis. Todavía estaba en proceso y apenas si podía manejarme a mí mismo. No sabía sembrar emociones en los demás, ni controlar sus impulsos o adivinarlos. No me comunicaba con entidades en sueños y recién empezaba a manejar los signos de mis premoniciones. Y Camilo, así mundano como era, sin estudiar nada, sin memorizar, tenía un potencial superior, que todavía prometía para más.

Sólo su personalidad libertina se interponía entre él y la ruta del conocimiento.

Y yo, que lo hubiera dado todo por tener sus habilidades, sólo podía envidiarlo en secreto.

En secreto porque había una zona negra en mi mente que no esta accesible para él, igual que en la suya podía crear su espacio ignoto. Los secretos que el abuelo depositara habían de quedar allí guardados y por eso, Camilo sólo había podido ver mis atribulaciones con respecto al guardia de la Alcaldía.

- Una lechuza... cantaba una canción... en tus sueños - me dijo fastidiado.- era un bicho estúpido con un farol o algo así...

Guardé silencio. Él lo atisbaba... y mi subconsciente rápidamente había convertido el pergamino y la carta en una lechuza, sin llegar a traicionar su contenido.

- Y tú soñaste con Dorianne Quintamar - le dije picado - ... cómo es que ese muchacho terminó gritando mi nombre más de cuatro veces en una noche... ¿ah?

- Magia - sonrió Camilo - ... yo soy, un gran experto...

Por fin el rancho de la Alcalaba apareció y elevé los brazos al cielo.

- ¡Llegamos! ¡Al abuelo le dará gusto vernos!

- A ti... imagino ya lo que me dirá.

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Delante de la puerta de doble hoja, toqué con el santo y seña.

- Los confines del mundo... - empezó al otro lado una voz que no tenía nada que ver con la de mi protector y se parecía a la música de las hadas.

- ... no existen, igual que el infierno y los cielos... - dije apenas.

- Traes a alguien contigo, sabes que está prohibido, ¿eres Kavi de Bazille?

- Es mi hermano Camilo y esta es mi casa... ¿dónde está el abuelo?

- Pasad y dejadme ver sus rostros.

Intercambié con mi gemelo una pregunta y pasamos. ¿Tanto secreto para ingresar a nuestro propio hogar?

Ingresamos y por fin pudimos ver al dueño de la voz.

Se trataba de un muchacho de tez tostada y cabellos de oro viejo, exhuberante y con un cuerpo delgado y proporcionado. Labios breves de cereza, ojos dorados de pureza y claridad sin comparación. De estatura mediana y cutis saludable. Vestía un enterizo negro ceñido a las formas de su cuerpo, que se perdía bajo una túnica blanca que llevaba encima, sujetada apenas con un cinturón de cobre. Se notaba educado y cortés, pero receloso, dada la primera vez que nos veía. Ese era el nuevo discípulo del abuelo.

"Olvídate de la promesa..."

Escuché claramente el pensamiento de Camilo.

- Yo soy Kavi de Bazille - dijo adelantándose para tomar su mano. El muchacho no dejó que se la besara sino que retiró ágilmente los dedos, con tanta suavidad que no parecía un leve desaire.

- ¡Yo soy Kavi de Bazille! - reclamé - ¡Este es mi hermano gemelo, Camilo! Y deseo ver a mi abuelo... dónde está... y por cierto, joven estudiante - señalé con el dedo gordo - mucho cuidado con ese de allí, es un terrible seductor.

Mejor ponerlo sobre aviso, porque Camilo se lo estaba comiendo con los ojos y eso podía terminar mal.

- ¡Qué tanto escándalo! ¡Quiénes han llegado, Jared!

Escuché venir al abuelo. Su bastón no disminuía la fiereza de sus pasos.

Antaño había sido fortísimo, pero los años y las horas dedicadas al estudio y a la búsqueda desesperada de un misterio, minaban sus fuerzas y le envejecían más. Aún así era un maestro inflexible y severo.

- ¡Abuelo!

- ¡Kavi... hijo mío! ¡Gracias a los poderes que llegaste a salvo!, ven... mira a tu abuelo... estás más delgado... y por lo que me dicen tus ojos... traes importantes noticias...

- Así es...

- ¡Saludos! - dijo sin inmutarse Camilo y esta vez, el rostro del maestro alquímico se desfiguró y cruzando la sala llegó hasta él y le dio un golpe que lo tumbó.

- ¡Infeliz! ¡Te atreves a mostrar la cara en mi casa!

- ¡Camilo! - grité yendo a levantarlo. Después de todo, yo lo había traído y me sentía culpable de su recibimiento.

- Quien se va... no tiene derecho de regresar... Inmaduro, ya sé lo que hiciste con el limpio nombre de tu hermano... y cómo casi es ajusticiado por causa tuya... ¡toda tu raza habría sufrido una pérdida irreparable!... siempre has sido un egoísta y un vividor. Eres la vergüenza de esta familia. Qué bien que tu madre no vivió para ver en lo que te has convertido.

Jared pasaba la vista de un rostro a otro.

Me arrodillé ante mi protector, interponiéndome entre él y mi gemelo.

- Basta... Te lo suplico abuelo, permite que se quede. Se comportará, me ha hecho una promesa de sangre. Además, será beneficioso para nosotros si nuestro rostro permanece lejos del público por un tiempo.

- Siempre prudente... Kavi... lo haré sólo por ti... y hay una razón superior que me obliga a guardarlo, llévalo a sus habitaciones. Será transitorio. Que quede claro... que no estoy feliz de verle. Cuando termines, ven a verme al despacho, necesito conversar a solas contigo...

Salió con el rostro ceñudo y preocupado.

- ¿Estás bien?

- El viejo todavía golpea... nadie se lo pensaría viéndole arrastrarse de esa forma.

- Camilo... - observé reprobando sus comentarios.- No es que no hayas merecido su recibimiento. Escapaste y aunque no lo dijo, te buscó incansable...

- Y las primeras noticias que obtuvo de mí no habrán sido halagadoras.

Le ayudé a levantarse y fue directo hacia el muchacho que no se había movido y no decía palabra.

- Así que tu nombre es Jared... - sonrió limpiándose la sangre de los labios y volviendo a la carga.

- Jared - le sonreí sujetando a mi hermano - ...puedes ir a descansar... nos veremos después.

El de ojos dorados como el sol, se inclinó, retirándose, escapando como un ave.

- Vamos a tu habitación, Camilo - dije halando de él hacia el otro lado. Y no olvides tu promesa...

- Pero no sabía que se trataba de una preciosura así... es injusto...

- Hey...

- Sólo le estaba preguntando si Jared era su nombre... no te pongas así... mira que interrumpir cuando dos personas se están conociendo.

- Compórtate...

- Siempre lo hago. Sé perfectamente cómo debo portarme con él.

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Las sombras de la chimenea eran lo único de iluminaba la habitación. El abuelo miraba el fuego desigual, como si leyera extraños designios.

- Señor...

- Kavi.

Jamás nos había confundido. No necesitaba leer en nuestros aros quién era quién. Su conocimiento era absoluto y solía descubrir rápidamente las suplantaciones que trataba de hacer de Camilo, cuando él escapaba al campo con los tutores que seducía y me dejaba para asistir a sus lecciones.

- Kavi... no tengo mucho tiempo... necesito que seas fuerte...

- Abuelo...

- Kavi... mi muerte se acerca... lo he podido ver claramente...

- ¡No!...

- Escucha... la guerra que temíamos... para la que has sido preparado, está a punto de empezar...

- ¡La guerra!

- Te dije que era un mito, un cuento, una ilusión, te hice pensar en su simbolismo, pero no me atreví a decirte que era real... te he mentido tanto, Kavi... quise protegerlos... a ti y a Camilo... y ahora...

Nada tenía sentido... qué confesión era esa...

- Odessa ha ardido... y se ha abierto la Puerta del Destino...

- ¡El espejo de Odessa! - exclamé, contándole y reproduciendo palabra por palabra la nota que traía para él. Le hablé de los signos y de los dos que no había podido ver.

- La ciudad ha caído, igual que nuestros hermanos, pero se ha rescatado el espejo. Los Rosacruces no han podido tomarlo. Providencialmente, una antigua seguidora de tu madre, tuvo una visión y ella le trajo aquí.

- ¡Nosotros tenemos el Espejo!

- Por supuesto.

- ¡Y dónde está! ¿Cuál es su naturaleza?

- Lo acabas de conocer apenas entraste a la Alcalaba...

- ¡Qué!

- El Espejo de Odessa, es Jared... y cuando te explique por qué, comprenderás la importancia que jugarás en esta guerra...

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Salí con fiebre alta de allí.

¡Jared era...!

El abuelo había sellado mi angustia, colocando un espejismo y comprendí por qué estaba tan contrariado con la venida de Camilo. A través de mí, él tenía la posibilidad de acceder a cierta información que por seguridad debía estar fuera del alcance del resto de mortales.

Saliendo al balcón sentí las cortinas batiéndose y de pronto, el mismo Jared apareció, como si necesitase aire.

Al verme, sin mediar otra acción, me dio una bofetada tremenda, de la que me costó recuperarme.

- ¡Nunca en tu vida intentes volver a besarme!

- ¿Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh?

Mi cara de desconcierto lo hizo enrojecer entonces y aguzando la vista en la oscuridad preguntó:

- ¿Señor Kavi?

Subí y bajé la cabeza.

- ¡Oh, cuanto lo siento! ¡En verdad, creí que era...!

- ¿Camilo?... ¡Ahora va a ver! ¡Ese maldito!

- Eeeespere... yo lo acusaré con su abuelo... no se peleen esta noche, usted está muy cansado... no quiero causar problemas.

- Los problemas los tendrá él y muy graves... ohhh

Me arrodillé ante él, rindiéndole homenaje.

- No tema, señor, yo le protegeré. Usted... es...

- Shhhh...

- Sabe que moriría por usted...

- Mantengamos mi identidad en secreto... es necesario... no se lo diga ni siquiera a su hermano.

- Lo tendré en cuenta, majestad. Cuente conmigo...

A pesar de sus frases conciliadoras, fui directamente a encarar al terrible Camilo antes de que se le ocurriese otra estrategia.

Ese era, definitivamente un hombre que no podía tener.

Y si las cosas llegaban a mayores debía proteger al Espejo de Odessa por sobre mi propia familia.

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