Capítulo 8

Posted by Kamijou Hiroki

--Haziel, ¿ya te cansaste de acosar a mi hermano? --pregunté al verlo solo en el salón. Me acerqué y sujeté su estrecha cintura, volteándolo para que me mirara.

--Creo que se me está escondiendo..., no sé por qué --dijo con un puchero, rodeando mi cuello con sus delicados brazos, antes de reír con esa coquetería y picardía que conocía tan bien.

--Diablillo --riendo, me incliné a besar levemente sus labios--. Sé que es difícil resistir la tentación de molestarlo, pero no lo asustes tanto que vaya a exigir que nos marchemos antes de lo planificado, ¿vale? --le pedí, deslizando mis manos hasta apoyarlas en sus nalgas.

--Vale, prometo no dejar que salga huyendo --agregó, modificando mi petición a su conveniencia. Comenzó a jugar con mi cabello, a la vez que alzaba una pierna para engancharla en mi cintura.

--Siempre escuchas lo que quieres --comenté burlón, dándole una nalgada, sujetándolo de manera que ahora ambas piernas se entrelazaban en mi cintura, obligándome a cargarlo.

--No entiendo por qué dices eso ---me miró imitando a la perfección la expresión de un joven inocente--. Él se queja... --acercó sus labios a mi oído y susurró--, pero le gusta cómo lo hago sentir --dijo, antes de meterme la lengua en la oreja.

--¿A quién no le gustaría? --apretando sus nalgas, lo cargué hasta tropezar con una mesa. Hice que se recostara en ella y abriendo su kimono (siempre vestía uno cuando cerraba el local para un merecido descanso), comencé a recorrer su cuerpo con mis manos y mi boca.

******************

Mientras Camilo quemaba mi cuerpo con su pasión, entre gemidos de placer, mi mente viajó al tiempo que estuvimos juntos.

Yo no era más que un chiquillo que llevaba unos meses "trabajando" en la Casa de la Caridad. Su nombre real era la Casa del Pecado y sus trabajadores éramos niños que compraban con su generosa contribución a orfanatos de ciudades vecinas.

Había ido a "visitar" a uno de los clientes más importantes, quien debido a un accidente no podía llegar hasta la Casa. Luego de las dos horas que había pagado por adelantado, me envió de regreso dolorido, asqueado y hambriento. Fue esto último, lo que me hizo robar aquel pedazo de pan. Era la primera vez que robaba algo y obviamente fui descubierto. Estaba a punto de recibir una paliza de la dueña del local, cuando Camilo se interpuso entre ella y yo. Con una sonrisa, par de palabras picantes y un guiño, logró que ella se olvidara de mí y hasta le regalara otro pan y un pedazo de jamón.

En otro momento, hubiera echado a correr, pero me encontraba en mal estado luego de la "visita"; por lo que, Camilo me echó un brazo por los hombros y me llevó con él hasta el establo en el que se estaba quedando esos días. Allí, comimos, bebimos (tenía vino que otra elegante dama le había regalado, tal como me narró con otro de sus poderosos guiños) y hablamos de nuestras vidas. Bueno, más bien, yo le narré mi corta y desgraciada vida.

Camilo me escuchó en silencio y cuando terminamos de comer, me propuso una idea descabellada. Me acompañaría a la Casa, conseguiría que lo emplearan como guardián de los "empleados" y una vez tuviéramos suficiente dinero nos largaríamos. --Si tuvieras el control de tu vida, ¿qué harías? --me había preguntado, retirándome el cabello del rostro.

--No sé --murmuré, asustado con la idea. No me había atrevido a soñar con una vida diferente.

--Piénsalo en lo que reunimos el dinero que te ayudará a comenzar tu vida --me había dicho, ayudándome a parar, acompañándome tal como había dicho hasta la Casa.

En aquel momento, no creí que de verdad fuera a pedir trabajo y mucho menos conseguirlo. Pero, como pronto descubriría, nadie podía decirle no a Camilo. Luego de unos minutos a solas con la "Directora" de la Casa, había salido con una enorme sonrisa y el título de "Guardián".

Además de conseguir el trabajo, había conseguido que lo dejaran en la habitación que compartía con mis dos mejores amigos. Gracias a eso, dejaron de abusaron de nosotros los guardaespaldas del Director. Contrario a la imagen que proyecta Camilo, pasaron unas semanas antes de que nos convirtiéramos en amantes. No fue hasta que yo se lo pedí que me tomó en sus brazos para algo más que limpiarme, cuando acababa exhausto de atender a tantos clientes.

--Mañana nos marchamos --me dijo Camilo, dos meses después de haberlo conocido--. Nos llevamos al dúo de pícaros con nosotros --añadió, refiriéndose a los mismos que ayer se habían lanzado sobre Kavi, haciéndolo poner aquella cara que aún me provocaba risa.

--¿Ya tenemos suficiente dinero? --pregunté asombrado, porque nuestra "paga" consistía en unos pocos centavos que apenas nos alcanzaban para sobrevivir.

--Por supuesto --la sonrisa de Camilo era sospechosa, pero no tuve tiempo de indagar cómo había reunido el dinero, porque el par de pícaros llegó a la habitación y pasamos a "jugar" por un par de horas.

Al día siguiente, a medianoche, nos colamos por una ventana y partimos a otra ciudad, donde luego de mucho considerarlo decidí abrir una Casa de Citas.

--¿No te asombra que continúe en este negocio? --pregunté, recostándome en su pecho, luego de mirar al dúo que yacía profundamente dormido al otro lado de su cuerpo.

--No, porque sé que tu Casa será elegante, que tus empleados estarán bien cuidados y que tus clientes serán personas serias --contestó, besándome el cuello--. Además, decidas lo que decidas, te apoyaré.

Meses después, cuando ya la Casa estaba operando a capacidad, Camilo se marchó. Aún recuerdo el beso que me dio esa mañana. En ese momento, supe que había llegado el momento de dejarlo partir. Desde el principio, supe que no se quedaría. Jamás hablamos de compromiso ni prometimos lo que no podíamos cumplir.

Para el dúo fue difícil entenderlo, pero yo sabía que él necesitaba estar cerca de su hermano. Cuando nos encontramos, ambos estábamos heridos. Juntos habíamos sanado. Yo era libre de vivir mi vida como me placiera y se lo debía a él. Por eso, no podía atarlo a un estilo de vida que no era su decisión.

Y ahora había regresado. Años después, con su intrigante hermano y aquel encantador chiquillo que lo celaba de un pasado en el que él probablemente andaba en pañales.


--¿A dónde vas? --preguntó Haziel, cuando pudo recuperar el aliento luego de correrse en la boca de su ex-amante.

--Kavi y Jared deben de estar por salir de su habitación --explicó el gitano por respuesta, acomodándose el bulto entre sus piernas.

--Puedo ayudarte con eso --señaló pícaro Haziel, lamiéndose los labios.

--No me tientes, diablillo. Luego..., ahora tengo que verificar que estén bien --dijo, regalándole un guiño antes de encaminarse hacia las habitaciones.

--Te estás enamorando --murmuró sorprendido el chico, antes de lanzar una carcajada, recordando la única vez que habían hablado sobre el amor y la firmeza de sus palabras al jurar que jamás se enamoraría.

Haziel se acomodó el kimono, proponiéndose averiguar si Kavi sería tan fogoso como su gemelo una vez soltara ese excesivo control con el que había amarrado sus pasiones.

******************

Caminaba hacia la habitación que había compartido Kavi con Jared, cuando los vi salir de la misma conversando, según lo que logré captar antes de que el chico descubriera mi presencia, sobre la posible ruta que podríamos seguir una vez saliéramos de allí.

--Buenos días, Jared --sonreí, acercándome, buscando en su lenguaje corporal algún indicio de la extraña actitud del día anterior.

--Buenos días --murmuró, algo cohibido.

Sentí a Kavi mirar de uno a otro y fruncir el ceño al ver aquella sonrisa que jamás había visto en mis labios de su hermano. Incluso yo estaba asombrado de estos sentimientos de ternura y deseo que me invadían al ver a Jared.

Cuando Jared sonrió, Camilo se olvidó de su gemelo. Pero este miraba inquieto cómo la mirada del chico se fundía con la de su hermano.

--¿Dormiste bien? --pregunté, sintiendo lo que siempre sentía cuando estaba cerca del chico: una fuerte atracción, como si un imán tirara de mí hacia él o tirara de él hacia mí.

Preocupado, Kavi observó cómo Su Majestad asentía y se ruborizaba. Luego, desviaba la mirada apenas un segundo antes de que sus ojos volaran ansiosos de regreso al encuentro de la mirada penetrante de su gemelo.

--Buenos días, Camilo --gruñó deseando interrumpir esa inquieta interacción.

--Kavi --fue todo lo que obtuvo como saludo e indicio de que su gemelo sabía que estaba a su lado.

--Tenemos que hablar --dijo, sujetando rápidamente el brazo de Camilo al ver cómo este, luego de acomodar un mechón de cabello de Su Majestad, había dejado resbalar la mano hasta su cuello.

--¿Ahora? --pregunté, bajando su mirada a los labios de Jared.

--¡Sí, ahora! --señaló, girándose para excusarse--. Dis-discúlpeme, Su-su Majestad, tengo algo importante que hablar con Camilo --tartamudeó, sorprendido por la molesta mirada que le dirigió cuando retiró mi mano de su cuello.

--¿Se puede saber qué demonios estás haciendo? --me preguntó fastidiado.

--¿Haciendo? --pregunté, mirándole serio.

Kavi estaba a punto de golpear a Camilo por mofarse de él, cuando se dio cuenta de que su seriedad era auténtica. ¿En qué momento te volviste un idiota?, era la pregunta en la punta de sus labios; cuando entendió que no era que su hermano no le comprendiera, sino que incluso él estaba asombrado. ¿De qué?, se preguntaba, cuando un cuerpo se pegó a su espalda y unos brazos lo atraparon.

--Buenos días, Kavi --esas palabras fueron susurradas en su oído y, a pesar del autocontrol del que tanto se enorgullecía, un escalofrío recorrió su cuerpo de los pies a la cabeza.

--Haziel, por favor, suélteme --ordenó lo más amablemente posible, girando el rostro para descubrir que el rostro del chico estaba alarmantemente cerca de sus labios--. Camilo y yo tenemos algo importante que discutir.

--¿Camilo? --preguntó y su sonrisa hizo que girara el rostro rápidamente para descubrir que este había aprovechado la oportunidad para escaparse.

¡Camilo, tenemos que hablar!
, me llamó en su mente. No le respondí. ¡Sé que me estás escuchando! ¿Cómo se te ocurre dejarme solo con Haziel?, preguntó, mientras intentaba sujetar las traviesas manos de Haziel para evitar que siguieran explorando su cuerpo. Tarea algo difícil debido a la rapidez de sus movimientos.

--No te resistas --susurró Haziel, pasando a soplar su oído. Aprovechó que el frío gitano soltó una de sus manos para taparse el oído, para colar su mano libre por debajo de la camisa de este. Kavi intentó sujetar su mano de nuevo, pero el chico le metió la lengua en la oreja. Movió la cabeza y volteó el rostro para hablar seriamente con él.

--Haziel, lo... --su lengua entró en la boca de Kavi y ¡sí que sabía besar! Por unos minutos, el gitano al diablo todo y devolvió el beso con una pasión que creía olvidada hacía años.

Para cuando reaccionó, tenía al chico medio desnudo en sus brazos y no porque el chico se hubiera despojado de su ropa. No, sus manos habían estado ocupadas acariciando, arañando la piel debajo de la camisa y acercando las caderas de Kavi a las suyas. No, habían sido las manos del gitano las que se habían encargado de retirar la tela de sus hombros y su pecho para acariciarlo libremente.

Antes de que Haziel pudiera detenerlo, Kavi se escurrió de sus brazos y se marchó con una expresión de total desconcierto en el rostro que hizo que riera suavemente. --Sabía que debajo de esa capa de frialdad, había fuego.

******************

--¿Qué fue eso? --se preguntaba, mientras caminaba de arriba abajo, buscando a Jared o Camilo. Sólo esperaba que no estuvieran juntos... a solas. Le preocupaba lo que pudiera pasar entre ellos; estaban actuando muy extraño.

Luego de varios minutos de búsqueda infructuosa, encontró a Su Majestad sentado en una esquina con el dúo que se me había tirado encima la noche anterior. Tenía que separarlos de inmediato. Si mucho le preocupaba que estuviera a solas con Camilo, encontraba igual de peligroso que estuviera a solas con esos chicos.

--Su Majestad, aún no ha desayunado, ¿verdad? --preguntó, acercándose, haciendo una leve reverencia a modo de disculpa por interrumpir.

--¿Dónde quedaron nuestros modales? --el dúo se levantó como si fueran una sola persona--. Por favor, sígannos --cada uno se sujetó de nuestros brazos y charlando sobre trivialidades nos acompañaron hasta el comedor.

Por fortuna, Kavi logró mantener a Su Majestad alejado de todos luego del desayuno. No logró que le confesara qué había hablado con los chicos; lo que fuera lo tenía pensativo, reflexivo. Intentando distraerlo, lo llevó al jardín y le enseñó varias propiedades curativas de algunas plantas. Almorzaron debajo de los árboles y repasaron algunos datos de nuestra historia. Luego, cenaron con Haziel, el dúo y Camilo, quienes reaparecieron tan tranquilamente como habían desaparecido.

--Señor Kavi, necesito hablar con usted --Haziel sonrió seductoramente.

--Haziel, lo lamento, pero... --comenzó, buscando alejarse de su lado lo más rápido posible.

--Es sobre su futura ruta de escape --añadió, seguro de que eso detendría al gitano y así fue.

Kavi se volteó a mirarlo con interés y algo de sospecha en su mirada.

Haziel, por su parte, lo miró con su mejor imitación de chico inocente. Camilo se hubiera reído por su intento, pero Kavi se lo creyó por completo.

--¿Por qué estamos en su habitación? --preguntó Kavi, frunciendo el ceño, comenzando a sospechar que había sido engañado.

--Porque es más tranquilo... --Haziel lo empujó, haciendo que cayera sobre la cama-- e íntimo --añadió, sentándose encima de su cadera.

--Haziel, no podemos... --Kavi sujetó sus manos, deteniendo su movimiento-- no debemos --gimió, cuando el chico comenzó a frotar la cadera sobre su miembro.

¡Camilo, quítame este chico de encima!
, exclamó Kavi, reconociendo que estaba a punto de perder el control.

Imagino que estás con Haziel
, respondió Camilo divertido al recibir su desesperada petición de ayuda.

No sé para qué preguntas
... gemido... ¡Es a ti a quién quiere!

Oh, no, te desea a ti. ¿Verdad que te roba la respiración con sus besos?
, preguntó, sonriendo al captar el refunfuño mental de su hermano reclamándole que no se burlara de él.

¡Maldición, sí, besa, besa...! Ahora, ¡ven y rescátame!
... gemido.

¿O?, pregunté riéndome a carcajada limpia.

Camilo, juro, juro... gemido... por favor...

--¿Por favor? --dije, mirándonos desde la puerta sonriendo divertido--. Haziel, diablillo, ven --murmuré, agarrando al chico en mis brazos, sentándose en la cama con él a horcadas.

Kavi se levantó de inmediato, aliviado aunque agitado. Ese chico sí que sabía cómo excitar a un hombre, por más que este se resistiera. Acomodaba su ropa, cuando vio que Jared pasaba por el pasillo y al verlo, sonrió y se acercó a la puerta.

Asombrado, Kavi vio cómo la sonrisa moría en sus labios al ver a Camilo y Haziel besarse. Preocupado, vio dolor en sus ojos al seguir el movimiento de las manos de mi gemelo por el cuerpo del otro chico. Entonces, se llevó una mano a la boca y se marchó corriendo.

Kavi salió tras él, sin saber si agradecer que Camilo no se diera cuenta de lo que acaba de suceder, porque ¿qué había sucedido en realidad?

0 comentarios:

Publicar un comentario