Capítulo 9: Los Vaivenes del Amor

Posted by Kamijou Hiroki


Cuando ví aquel brillo morir ahogado en la cólera real de mi Príncipe, se me heló la sangre.

"No... oh por los cielos constelados... no puede ser".

Sacudí la cabeza de un lado a otro tratando de negar lo evidente y maldiciendo cualquier acercamiento de naturaleza sacrílega entre Camilo y el Espejo de Odessa. Las implicancias serían terribles... no se trataba de un muchacho al azar... era... era...¡El rey de los gitanos! ¡El último discípulo del Gran Maestre Uriel!

Tenía que hacer algo contundente, no podía permitir que eso creciera hasta volverse incontrolable.

Corrí tras Jared hacia la habitación y lo encontré hundido entre las mantas, cubierto enteramente hasta la cabeza y sin ánimo de responder.

- ¿Jared?- pregunté a media voz.

Se echó sobre un costado mostrando las curvas de las caderas. Podría jurar que sentí un ligero temblor de su parte.

- ...

- Soy Kavi, su Majestad...- dije apenas alterando el silencio.

Entonces recién corrió la sábana hasta la altura de la barbilla. Algo me decía que estaba esperando que Camilo fuese a buscarlo para ofrecerle cierto tipo de explicaciones. Pero eso era imposible, dado que mi hermano desconocía todavía el lío en el que estaba metido. Sólo quedaba combatir las peligrosas ideas que germinaban en el interior del joven.

- Kavi... oh, disculpa, no te oí entrar...- se turbó.

Recién adelanté cierta inclinación en su honor. Rápidamente pasé a exponer el plan de emergencia.

- Mi señor, es hora de la cena y la sala común está a nuestra entera disposición. Ahí esperan los empleados que nos serán presentados. Seguramente Camilo conoce a varios de ellos y tendremos una animada conversación. Usted sabe... los reencuentros siempre son tan... animados en este lugar...

Puesto de esa forma, Jared seguramente se negaría para no ver al culpable de su mal humor.

Esperé pacientemente a ver el resultado de mis tendenciosas frases y la seguridad volvió a mí cuando le oí decir:

- Me siento algo indispuesto... preferiría quedarme aquí contigo.

"Perfecto..."

- Sea. Entonces le proporcionaré alimento. Espéreme y no deje entrar a nadie. Corra el cerrojo. Cuando regrese tocaré cinco veces seguidas y si no confía, déme un código que pueda repetir.

- Con la aldaba será suficiente - dijo desalentado.- ... no compliquemos las cosas...

- Su Majestad...

- ¿Sí? - parpadeó levantando apenas la vista.

- Nadie debe acercarse demasiado. Nadie... ¿comprende?, es peligroso.

No hablábamos de la puerta, sino de la revolución que su mente y su corazón empezaban a vivir.

- Lo comprendo...- suspiró

Salí apenado. Quería que se alejaran, pero en el fondo, aquello también me sabía demasiado injusto.

"Yo voy a cuidarte, Jared... el problema, es que no podré aliviar tu fuerte dolor"

----------------------------------------------------------------------------------

Aparecí en la sala y de inmediato el olor sensual del incienso ingresó hasta mis pulmones animándome. Las esencias que Haziel disponía eran verdaderos bálsamos del alma.

Los espejos, adornos y flores contribuían a crear la sensación de haber caído en la antesala de un cielo amplio y lleno de luces. En la mesa larga, de fino mantel, "las hadas del placer" solían compartir la comida antes de empezar a trabajar. Hasta los murmullos de sus voces eran agradables y su atractivo iba más allá de lo físico. Todos tenían algo especial, no se podía explicar, era la forma de mirar, o de acomodarse los cabellos, apenas un gesto delicado. Se notaba que el dueño les había enseñado bien aunque ninguno había llegado a su nivel.

Ví varias cabezas que se alzaron codiciosas e incluso hubo quien se relamió y me hizo una seña de bienvenida muy significativa. Los chicos estaban despiertos y sacudidos del cansancio, listísimos a iniciar una desenfrenada noche de excesos.

Me felicité mentalmente de haber dejado a Jared fuera de semejante compañía. En dos minutos mi puro señor se convertiría en uno de aquellos felices diablillos de la oscuridad o por lo menos pondría en duda cientos de preceptos que mi abuelo enseñara a cabalidad. No quería enterarme del sin fin de preguntas que surgirían sobre el placer y el amor que era incapaz de responder por cuanto mi experiencia en esos campos calificaba como mínima, por no decir trágica e inútil.

- Pero si es la cereza del pastel, me has hecho esperar demasiado... - escuché decir a Haziel. Su rostro se alzó sobre los demás y con dos toques en el sitio vacío de al lado me dio a entender lo que quería.

- No gracias... - dije con una gota de sudor que apresuré a limpiar de mi frente.

- Pero si te he reservado el mejor lugar de la mesa. Ven... no seas tímido... prometo tratarte muy muy muy bien... yo sé cómo alegrar a un hombre...

- No podré compartir la cena con vosotros.- suspiré acartonadamente tratando de echar fuera la invitación mientras Camilo se divertía en su puesto. - Mi compañero no se siente bien así que he venido a llevar algo que pueda aliviarle y alimentos ligeros.

Su expresión también cambió. Igual que el príncipe antes. Ambos reaccionaban de la misma forma.

- ¿Jared no cenará?

Esta vez la voz de Camilo sonaba a auténtica preocupación y no sólo eso, algunos voltearon pues ese tono les era desconocido.

- No es nada.- justifiqué sonriendo - ...supongo que el clima le ha afectado. El viaje desde la Alcalaba ha sido muy fuerte, no tienes por qué alarmarte.

Pero lo estaba. Oleadas de ansiedad llegaban claramente a mí en ondas concéntricas. Y a pesar de que fingió un poco de indiferencia y recibió la cabeza amorosa de un chico sobre su pecho, vi que sólo estaba concentrado en el problema de Jared.

Un coro de risitas se levantó a mi alrededor.

- ¿Han oído sus expresiones?

- Demasiado educado...

- Nos trata como si fuésemos altos señores.

- Mírenlo ahí, de pie, tan formal... con esos modales... qué lindo, si en la cama es como Camilo, yo me caso ¡me caso!

- Es guapo, pero muy serio, me dan ganas de animarlo, conmigo encontrará la felicidad.

El cargamontón debía terminar, había demasiados chicos como para escuchar la opinión de cada uno.

Camilo ya no me miraba, estaba ausente. Luchaba también con la idea que me preocupaba, lo recibí muy claro. El chico que traía encaramado sobre él no se dio cuenta, la conversación general pesaba sobre el otro extremo de la sala.

Tosí nervioso como siempre que me sentía acorralado.

- Por favor... basta, es un gusto conoceros... pero... hum... yo... lo que trato de decir... sin ofender... no es que su trabajo me parezca malo... ni ustedes... son agradables...

- ¡¿A sí, entonces te gustamos?!

- ¿Quién te gusta más?

- ¿Te animas para un trío?

Ya las manitas se estiraban hacia mí y Haziel pasó de largo con el abanico cerrado dándoles en los nudillos y obligándoles a retroceder.

- Ah, ah, ah, no me gasten al majo. Ven conmigo, cariño, te acompañaré a la alacena, ahí podrás abastecerte de lo que quieras.

- Hum - gruñí con los ojos en una línea. Por lo menos podía salir de esa olla de grillos. - ... bueno... gracias...

- "Lo que quieras" me incluye, cielo - sonrió pícaramente halando de mi brazo y cualquier tipo de alivio se esfumó como por encanto.

- ¡Que conste que sólo voy porque mi compañero necesita cenar y...!

- Oh, no seas duro conmigo, cariño, después de lo que estábamos haciendo ayer no tienes por qué cohibirte, puedo reiniciar justo donde nos quedamos... cuando te "despiertas" eres tan... energético...

- ¡Nada de contacto físico! - grité dramático tratando de sacudirme de él.

- Kavi - interrumpió Camilo sombrío- ... ¿en verdad Jared está bien?

- Perfectamente - recalqué serio. - Soy yo quien le cuidará. Él sólo necesita de mí.

"Estará mucho mejor si puede dormir tranquilo"

- ¿De quién hablan? - preguntó el chico que estaba trepado sobre Camilo.

- Oh... - dijo uno de los dos que en la mañana me había confundido - es un niño de cabellos castaños, parece un principito, es lindísimo, de cuentos de hadas. Y tiene suerte: dos gemelos gitanos para él solo.

No escuché la respuesta de Camilo, sólo le vi ahogar con un beso al imprudente como si le estuviera castigando.

Desaparecí en busca de algún alimento que aliviase la pesarosa alma de mi señor.

"Tú... tonto... ¿esa es tu reacción esta noche?"

No quise decirle nada más. Ponerlo sobre aviso de la situación de Jared sería abismal y contraproducente.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------

- Frutas... hum... té... quizás algo de kebab - Haziel colocaba los alimentos en el cesto nombrándolos y cantando sus nombres con mucha gracia.

Yo quedé atónito. Apenas si había visto a Jared dos veces y adivinaba sus gustos. Quizás le había subestimado demasiado reduciéndolo a un simple negociante carnal. La profundidad psicológica que esgrimía superaba a cualquier simple intuición.

- Lo estás haciendo bastante mal, cariño - susurró doblando con paciencia la servilleta dentro de la canasta.

- No tengo idea de...

- Camilo y Jared. Lo estás haciendo muy mal. No es algo que tengas derecho a conducir. Sus sentimientos encontrarán la forma de aflorar quieras o no. Nadie podrá impedirlo. Aún estás a tiempo de decidir si quieres que se haga responsablemente o que se desvíe de una forma que les hiera a los dos. Tú quieres mucho a tu hermano. No se lo dices porque eres un adorable héroe silencioso, pero es así. Te duele también apartarlo, ¿me equivoco, cielo?

Su mano sanadora se deslizaba sobre mi hombro y ya el brillo de su influjo iba a caer sobre mí cuando le esquivé.

- ¡No es tan fácil! ¡Y no es tu asunto! ¡Eso no puede pasar! ¡Jared no es igual a cualquier chico!

- Bah, mi vida, deja de fingir que estás enojado. Por supuesto que no es como los otros, es especial, y precisamente porque es especial, necesitará un amor especial. ¿No crees?

- ¡No! ¡Y desde ya te advierto que cualquier intervención en su favor...!

Con los brazos cruzados y la sonrisa a flor de labios, Haziel era alimentada con mi rostro lleno de furia.

- Bla, bla, bla, eres muy bueno con las palabras pero no me asustas ni un poco. Kavi, las personas son personas y tienen emociones. Sin eso... ¿qué serían? ¿figuras de barro sin corazón?

Veloz como una pantera cayó sobre mí y juntos fuimos a dar a la mesa.

- ¡Hey!

- Shhhh... ¿cuándo aceptarás que te gusta esto?

Toques de sol mordiendo mi pecho. Casi cedo ante la promesa de nuevas caricias.

- ¡De-de-debo ir con Jared! ¡La cena! ¡La cena!

Se irguió un poco, travieso y rampó hasta mis labios.

- Si no cambias de actitud con tu hermano ni tu amigo, vendrás corriendo a pedirme consejo, sólo que entonces me haré el difícil y te exigiré mucho a cambio. Hum... en cierta forma pienso que Camilo por fin pagará por lo que hizo vivir a muchos de sus amantes, pobre. Sólo... no seas muy duro con él... y no te compliques por cosas sencillas...

- ¡Cuidado con las manos...!

Ya bajaban por mi pecho hacia cierto punto que debía estar prohibido para él.

- Podríamos aprovechar el tiempo. Este almacén está lejos de las habitaciones. Si yo gritase nadie podría escucharme y estoy seguro de que me darías un excelente motivo para hacerlo...

"Santa Madre de..."

"Deja... deja... ¡no bajes más!"

"Es..."

El don que tenía para destilar fuego bajo los instintos más fríos era de admirar. Tuve que concentrarme y pensar seriamente en la misión con tal de no seguir la senda complicada de sus toques. Dos minutos más y no me detendría para nada.

Terminó de abrir la camisa y sus ojos se quedaron fijos en mi medallón. Antes ya lo había inspeccionado, pero no al detalle y surgió cierta curiosidad por su contenido.

- ¿Esta es la razón por la que te me escapas con tanta fuerza, cariño? Ohhhh malo, malo, qué misterios del corazón estarás guardando allí, vamos, muéstramelo, puedes fingir que soy él si quieres, no soy celoso - sonrió misterioso - al final siempre terminan en mis brazos.

- ¡Ya dije que pararas esa mano! ¡Diablos hazme caso aunque sea una vez! - mi voz ya sonaba desesperada.

"Tus dedos... si presionan así... yo..."

- Hum... ¿Te molesta que baje así? Vamos, dime cómo se llama tu amor... tengo curiosidad, puedo comportarme igual... te haré disfrutar como quieras.

- ¡Que no... dahhhh! ¡Que me... !

"Me..."

"No... Debo pensar en lo que vine hacer... no puedo..."

- Te ves muy lindo cuando tratas de contenerte. Y si mi dedo llega al final de esto, me pregunto... ¿te gustará?

- ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh déjame! ¡No sé quién es el del medallón! ¡No he podido abrirlo! ¡Está sellado con un...!

- Nudo sarraceno - observó Haziel - si lo abres mal perderás el retrato. Hum... está bien construído. Podría abrirlo con algo de tiempo. Tengo talentos que te sorprenderían, guapo. Como estos...

Di un respingo cuando palpó la central de mi excitación.

- ¡Que dejes de una vez!

- Jijijiji... no puedo... mientras más te enfadas, más deseo seguir.

¡Por qué tenía que ser tan bello y maligno! Jamás pensé cruzarme con una persona como él y ahí lo tenía acosándome descaradamente en una bodega oscura.

- Si quieres abro el medallón por ti, pero tengo mis condiciones.

- ¡No, no, no, no la respuesta es NO! ¡LO QUE SEA QUE QUIERAS NO PUEDE SER BUENO PARA MÍ!

- Eres gruñonsísimo, vidita. Sólo baila conmigo esta noche en el salón. Sólo eso, creo que podrás hacerlo sin duda.

- ¿Ah? Te has equivocado de gemelo. Camilo es el que baila sensualmente y canta como los dioses yo...

- "Yo no puedo", "Yo no sirvo para eso", "Camilo sí", barreras por todos lados. Deja de poner excusas y, ven a bailar...

"Tengo la posibilidad"

"Puedo saber quién es la persona que Myriel amaba"

"Él quería... él deseaba que yo lo supiese"

"Ese fue su último deseo"

- Lo haré...- me di por vencido.- Pero no te aproveches... no estoy cediendo ni un poco.

Todo ese tiempo, Haziel no había avanzado ni retrocedido, sus labios respiraban sobre los míos y sus caderas llevaban un suave vaivén que traería loco a cualquiera.

- Será un baile gitano... el que tú desees, quiero algo nuevo, exótico y adictivo... - me guiñó el ojo - ... y sé que lo harás bien - me tomó la mano y besó mis dedos, maldito hombre seductor, los iba mordiendo con malísimas intenciones.

Yo sólo lo miraba fascinado y alguien apareció.

- Haaaaaziiiiiiiiii... se acabó el vinoooo y vine a...

- ¡Estoy ocupado! - gritó descuidando a la presa.

- ¡No lo está! - contradije saliéndome de improviso.- Jared tiene que comer, así que... nos veremos más tarde...

Kavi Jerome de Bazille, el que venciera con una mano a cien en la noche más sombría, el luchador, el nuevo Maestre de los gitanos, corriendo como un cobarde de los encantos encendidos del rey nocturno de Ciudad Real...

"Que vergüenza"

"Si me vieras, abuelo... seguro que me condenarías por toda la eternidad"

Teminé de escapar y fui yo el que cruzó el cerrojo fuertemente cuando llegué al cuarto donde me esperaba Jared.

-----------------------------------------------------------------------------------------------

- No tengo demasiada hambre.

- Por favor, no deje de comer... está bueno... sabe bien, le reconfortará de las fatigas...

"¡Después de lo que me ha costado traer esto! ¡Casi paso a mayores con el terrible Haziel!"

- Hum... lo intentaré... gracias...

- Debe cuidarse... y evitar los malos pensamientos. Aquí está el libro del abuelo...- se lo alcancé. Las páginas frías necesitaban el toque cálido de un estudiante.

- Tienes razón. Podré leerlo para distraerme. ¿No molestaré si me quedo con la luz encendida?

- Bien, de hecho, su majestad, tendré que bajar al salón por un momento - el rostro sorprendido de mi señor me hizo agitar rápidamente las manos y justificarme - ¡No tiene nada que ver con ese hombre tan extraño! ¡Hice un trato con él para presentar una danza de nuestro pueblo!

La expresión de Jared me dio a entender que no mejoraba en nada su concepto.

- ¡Deseo que me ayude a abrir el medallón! - lo agité nerviosamente - ¡Tiene una combinación especial y no puedo hacerlo! ¡Juro que no haré nada inmoral! ¡Yo...!

- Oh,... no me figuraba eso. Aunque el señor Haziel... es... atractivo sin duda. - apoyó la cabeza en la barbilla, pensativo - dime... ¿por qué resulta llamando la atención de los hombres? ¿Qué tiene él de vistoso que a mis acompañantes enrieda y confunde?

Su pregunta real era: "Cómo es que Haziel enamora a Camilo y a ti al mismo tiempo"

- Buuueno... lo que sucede...

- Basta, ignoremos aquella frase insensata - su ceño se frunció. - Ese amuleto... es el que rescataron de las llamas. ¿Tiene que ver con esa persona de los olmos? ¿Es la presencia que sentí en la Alcalaba?

- Lo es, mi príncipe.

- Cómo se sentirá... tener un objeto... el regalo de esa persona especial que piensa en ti... por ser quien soy nunca me han concebido como un ser humano... todos son iguales... "el heredero", "el gran rey", "el Espejo de Odessa" después de todo yo soy...

Tenía razón. Al final era sólo un niño asustado, lanzado al viento en una guerra en la que no pidió estar, huyendo, cambiando de hogar cuando sus guardianes eran asesinados.

Fui hacia él y lo abracé fuertemente.

- No... volveré a decirte su majestad... Jared... por hoy duerme... pero piensa... cierto es que nuestro deber no nos hace quienes somos... pero...

- Lo sé... disculpa... ha sido... la presión... el cansancio. Nuestra misión es lo primero que tengo en la mente.

Podía leerlo en sus ojos.

Yo era igual a Camilo.

Le abrazaba con fuerza.

Pero no era Camilo y por eso su rostro seguía compungido. Ahí estaba la otra mitad de la lucha que vi en la mesa donde mi hermano cenaba.

Malas noticias.

Terribles...

----------------------------------------------------------------------------------------------

- ¡Y con ustedes, la maravilla del desierto! ¡Directamente de las arenas del Tiempo! ¡Un danzante bereber! ¡Un gitano errante que ha llegado a traernos su arte oculto!

Iba enfundado con un turbante y cubierto hasta la altura de los ojos. La precaución venía de no llamar mucho la atencion sobre mi físico real. A pesar de lo que me esforzaba en ello, Camilo, imprudentemente, estaba instalado en una esquina azul coqueteando con algunos de los chicos.

"Eres detestable... sin duda alguna..."

Me daban ganas de abofetearlo y soltarle lo mucho que sufría Jared por su culpa. ¡Dándose la gran vida y siendo alimentado por esos niños cuando mi príncipe no había querido ni comer!

"¿Por qué soy detestable, porque estoy donde te gustaría estar?" "¿Por cierto, de qué van tus fachas, hermanito?"

"Nada... no discutiré mentalmente contigo"

"Acabas de ser anunciado como la última odalisca del Sahara, estoy sorprendido ¿enredado en la madeja de Haziel?"

"¡Callate esto es...!"

"Buena suerte"

Me silenció. Lo dijo de corazón y levantó el vaso de vino en mi honor.

¿Feliz de verme hacer semejante ridículo?

Seguro. O quizás... le alegraba que todavía me hundiese en torturas fuera de sentido y que...

Me divirtiese un poco...

Elevé ambas manos al cielo unidas en las palmas y cerré los ojos.

Mi abuelo solía relatar la historia de la mejor bailarina de nuestra tribu. Elvira Xal, La Errante. De ella, mi abuela, nuestra propia madre había aprendido los secretos de la danza. Y en la sangre de Camilo y mía florecía también aquella habilidad. Sólo que yo - enterrado en libros teóricos desde mi infancia - no había sido buen aprendiz a pesar de los esfuerzos de mi tutor. Ese era mi punto flaco. Incluso Myriel había aprendido las virtudes del baile gitano.

"Elvira Xal describía con su cuerpo el movimiento de las estrellas. En su arte se resumían los viajes de las constelaciones e incluso la de las esferas celestas más allá de nuestro entendimiento. Por eso borraba el mundo concreto durante su performance... y quien la miraba tenía la impresión de haber sido lanzado lejos, al centro oscuro del firmamento. Para llegar a ese nivel, debes cerrar el intelecto puro y encender los sentidos. Tu aura debe expandirse hacia el plano superior, anula toda barrera, todo pretexto, olvida tus limitaciones y obedece al sagrado instinto de lo que ES"

La música inició...

Quería que fuese como... como la que ella bailaba... como la que Elvira Xal interpretaba y...

De mi interior surgió la absoluta energia. ¡Como gran Maestre tenía la capacidad de invocar las habilidades de mis ancestros fallecidos! es decir... ¡Me atrevía a llamar al genio de mi abuela para que me poseyera en medio de un ruidoso burdel!

Empecé, no abrí los ojos, todavía tenía miedo. Mis brazos cruzaban el espacio lentamente al ritmo de las campanillas y las flautas, giraba, volvía sobre mí mismo, me retorcía agónicamente, escuché algunos "oh" de las mesas y la barra. Poco a poco, el murmullo fue bajando y cuando ya no hubo la menor voz me aventuré a mirar. O lo andaba haciendo bien o era el peor del mundo. Entonces, sentí el aire de otros brazos agitándose a mi alrededor.

¡Haziel estaba siguiéndome!

- Te dije que bailarías conmigo, cariño - susurró.

¡Los conocimientos astrales de la gran Xal a merced de los arranques acosadores de Haziel!

"Que alguien me asesine ahora mismo..."

"Escandaloso" - dijo Camilo desde su mesa - "los tienes donde quieres, continúa hasta el final..."

"¡Pero!"

"No te pediré que confíes en mí, pero por favor, confía en ti..."

Asentí. Hace tiempo no sentía un apoyo como el suyo. Su forma de vivir me era detestable y escandalosa, pero por sobre ello sentía su afecto fraternal.

A cambio me estaba portando pésimo, sin advetirle del pesar de Jared.

- Enfoca tu atención en mí, querido, que esto empezará a ponerse brioso.

Y lo fue. No había ensayado nada previo pero Haziel encontró el ritmo de mi cuerpo y nos comprendimos bastante bien. Fuimos fuertes, dramáticos, sensuales y enérgicos. Al cruzarnos casi podía ver la estela fugaz de su brillo. Sus manos se deslizaban entre las mías y los velos flotantes del traje me enredaban para soltarme sin complicaciones. Prácticamente contamos una historia en el escenario y cuando terminamos él estaba envuelto entre mis brazos, resoplando, casi sin respiración.

- Debes ser portentoso en la cama- dijo entre dientes, agradeciendo al público sus aplausos.

- Quiero el retrato abierto para mañana...- ignoré el comentario.

- Bailar es como hacer el amor... apuesto a que lo tuyo es...

- Mañana - corté dándole la espalda y bajando hacia el pasillo.

- Está bien... ve a dormir, pero tú y yo sabemos cómo me estás deseando...

¡Desesperante! ¡No dejaba en paz ni mis pensamientos!

En el corredor encontré a Camilo con otro de sus ocasionales amigos.

- ¡Bravo! Sin burlas... vengo en son de paz.- rió aplaudiendo sincero.

- De nada, no tengo nada que hablar contigo, voy a cumplir con...

- Has estado fascinante...

El joven de turno enlazó los brazos tras el cuello de mi hermano.

- Camilooooo, baila también conmigo de esa forma. Quiero lo mismo que vi hacer a tu gemelo, habib.

- Lo mío es un poco más fuerte...

- Me encanta esa amenaza... grrr... más fuerte...

Se alzó besándolo. Esos jugueteos innobles...

Cierto perfume diluído me hizo voltear y todavía alcancé a ver la punta de una capa.

"¡Oh no! ¡Jared!"

Mi alerta roja voló hecha pedazos.

En el alma romántica de Jared quizás podía pasar que a Camilo le gustase Haziel. Es decir, para su mente joven y cerrada sólo besas a alguien que te gusta. Es un compromiso único, serio y eterno - mi concepto era igual - pero de ahí a concebir que Camilo no lo tomaba en serio, o sea, pudiese besar a cualquiera por que sí, que fuese así de ligero sería un golpe diez veces más duro.

Alejándome de ambos, llegué a ver entre las cortinas a un inmenso tipo de anchas espaldas y cota de malla.

¡Era uno de los caballeros que estaba en la entrada!

El contingente estaría buscando noticias de nosotros... probaban en los bajos fondos y habían llegado demasiado cerca. Tomé al primer muchacho que encontré y lo arrinconé contra el muro.

- ¿Camilo?... ¿ohhh quieres algo veloz?, porque sino podemos ir a mi cuarto y...

- Soy K-a-v-i - casi masticaba mi propio nombre - y necesito...

- Lo que quieras... para ti también tengo espacio en mi amplio lecho...

- ¡Dejen de tratarme así! Escúchame bien... ¡mírame!... ¡A los ojos, no ... eso!, bien... dile a Haziel que retire a Camilo del salón AHORA. Hay un hombre de cota de malla, por ningún motivo debe mencionar nuestra presencia... a la menor señal de peligro, deben avisarnos... ¿entendiste?

- Y qué me darás a cambio, porque yo no...

Saqué un soberano del bolsillo y se lo enredé entre los dedos.

- Toma... cómprate algo bonito.

- No quiero dinero.

- ¡Dale y qué diantres...!

Debo dejar de adelantar la cara en un lugar así. Estos muchachos son besadores profesionales.

No me demoré demasiado... apenas unos cinco o diez minutos. Además lo hice por una buena causa.

- Bárbaro... arf... la próxima vez te haré los favores que quieras... eres bestial - me dijo antes de ir a dar el aviso.

Por mi parte, retorné de la singular aventura para encontrar a Jared fingiendo dar lectura al Libro de los Hechizos.

- Oh... ya llegaste... - murmuró.

- Sí...

- ¿Cómo... estuvo?, escuché aplausos allí abajo - seguía con el tono neutro y sujetaba débilmente la mole del libro.

- Bien. Hice el ridículo. ¿Y... tú?

Costaba lo suyo no decirle "Su Majestad", "Príncipe", "Señor"

- Nada importante... estuve leyendo...

Sus ojos estaban algo rojos, apuesto que interrumpí el inicio de un llanto.

- Durmamos ya...- dije para darle reposo.

- Sí.

Apagué la lámpara y le arropé.

- Kavi...

- ¿Sí?

- ¿Por qué eres amable conmigo? ¿Es sólo porque soy el Espejo de Odessa?

- No, no, no. Por supuesto que no. Claro, tengo deberes que cumplir, pero tú eres importantísimo para mí. Por eso no te llamaré por el cargo, porque quiero que seamos amigos. Quiero protegerte, y cuidar de ti. Quiero verte crecer y estar orgulloso... de Jared... siempre dime cuando la misión sea demasiado pesada...

- Estoy muy raro el día de hoy... no importa... gracias por creer en mí. No te decepcionaré. Todos los que murieron por mí tendrán su príncipe... lo prometo...

Ahí estaba. Tampoco se refería a mí entonces. La gran cuestión era "¿Por qué Camilo fue amable conmigo? ¿Me confundí al pensar que le agradaba? ¿El viaja con nosotros sólo porque es una misión? ¿Si yo no fuera quien soy me habría seguido?"

- Quizás lo malentendí - susurró antes de dormir.

Yo no pegué el ojo en toda la noche.

El cruzado que venía a espiar, Camilo, Jared, Haziel, el abuelo, Myriel.

Ideas llenas de luz y sombra que venían a turbar mi sueño.

Así me encontró la mañana, hilvanando imposibles, mirando al techo como si las vigas pudieran resolver tantos problemas.

El muchacho inocente se despertó en breve con una nueva actitud.

- ¡Buenos días, Kavi!

- Buenos...

- ¿Hará sol hoy? Ojalá. Me gustaría ayudar a lavar y aprovechar para arreglar nuestras cosas. Estamos aquí como invitados pero deberíamos colaborar con algo. ¡Bajaré a la cocina! ¡Seguro que necesitan una mano!

- Jared...

- ¡No te preocupes, estoy más determinado que nunca a encontrar el Axis Mundo!, ¡Vamos!

- Jared...

Llenaba su cabeza de tareas para no pensar en Camilo. Se estaba esforzando por parecer feliz y eso me conmovió mucho más.

Abrió la puerta justo cuando mi gemelo estaba con el puño cerrado para tocar el aire.

- Hola, qué tal...

- Perfectamente - dijo Jared con brusquedad. - Ahora Kavi y yo vamos a la cocina... y no me gustaría que me estorbasen, señor Camilo.

Regresó por mí y me jaló de la manga. Mi hermano tenía la mirada interrogante. Claro, para quien no sabía lo de la noche anterior su actitud debía ser a la mar de extraña... casi como desdén. Tuve lástima pero fui arrastrado por el enérgico Jared hacia abajo.

"Qué le sucede"

"Bueno... hum... hoy está..."

"Explícamelo..."

"No sería bueno que te enteraras ahora, ya te lo diré"

"¡Hey!"

Llegamos al reino de las cacerolas y Jared se puso de inmediato los guantes protectores. Tomó la ceniza para limpiar los fondos y la escobilla y empezó a restregar duramente como si su cólera pudiese pulverizar el acero.

- Descarado... irreverente... torpe... vividor... infame... seductor...

Iba soltando entre dientes apretados a mi espalda. Según él nadie podía escucharlo y menos comprenderlo, pero mi vena azul de la frente ya estaba hinchándose y latiendo.

- Sátiro... aprovechado... mentiroso... calavera... insensible...

- Jaaared... este... estás frotando demasiado...

- Embaucador... vil... bárbaro... estúpido...

Cargué las ollas para llevarlas al remanso de agua y Camilo volvió a la carga.

- ¿No necesitan ayuda? Kavi, me sorprende que le dejes hacer esto...

- Nadie le ha preguntado, señor Camilo - respondió furioso Jared y me quitó la pila de ollas para llevarlas a la fuente.

Me tapé la cara con una sola mano.

Esos dos iban a acabar estresando a los dioses mas pacíficos.

"En verdad, este chiquillo..."


Haziel entró dando palmadas en nuestros derrieres.

- Holaaaa, gitanos riquísimos.

- ¡No toques mi trasero! - le advertí tomando un cucharón de sopa.

- Pero si está muy bueno. Deberías tocar el mío para darte una idea.

Llevó la mano que tenía libre a esa parte y cuando Jared regresó por más ollas me encontró en esa situación comprometedora.

- ¡Kavi!

- ¡No, no, no se trata de...!

Retiré mi maliciosa extremidad y corrí a sostener la tercera y cuarta pila del menaje a lavar.

- ¿Por qué tan nervioso, hermano? - preguntó Camilo - ¿Y desde cuándo los dos se tratan de modo tan familiar?

- Bueno, este...

El príncipe se le plantó con las manos en puño dobladas sobre las caderas.

- Claro que no debería estar nervioso, ¿cierto señor guardián? - amenazó Jared - Si eso es normal para usted. Pero a diferencia suya su hermano sabe comportarse y por lo menos puede mostrar cierto pudor incluso en situaciones como esta.

Se lo dijo alto y directo.

- ¿Ah?

Y para mí fue una completa sorpresa que Camilo no lo comprendiese. Él, tan diestro con los demás, se anulaba con el chico. De seguro que todavía no entendía de qué iba.

Salimos a la fuente y Jared, con las mangas hasta arriba, continuó su trabajo maniáticamente. Estaba a punto de reventar. Gracias a los cielos, Haziel retuvo a Camilo para que no hubieran peleas. Las nubes negras ya se avecindaban y cuando estallara la tormenta cada quien saldría lastimado de forma irreversible.

- Remojemos las sábanas - dijo mi joven protegido limpiándose el sudor de la frente.

- Está bien... Jared... tú...

- A mí no me sucede nada, Kavi - bufó adelantándose con la cesta de ropa. Esa se lavaba en la fuente grande del jardín y hacia allí se dirigió.

Pesaba demasiado y pronto tendría que ayudarle. Camilo le cortó el paso, quitándosela sin decir una palabra y depositándola al borde de la pileta.

Haziel apareció a mi lado.

- Por favor ¡haz algo! ¡lo que sea!...- le eché en un suspiro, disimuladamente.

- Pero alguien me dijo que no era mi asunto... ay, cielito, si no discuten ahora lo harán después y para entonces habrán acumulado tal cantidad de odio que será peor.

- Pero...

Las voces del jardín nos hicieron atender.

- ¡Qué sucede contigo! - escuché reclamar a Camilo.- Si me dijeras qué he hecho mal podría...

- ¿Ni siquiera tienes una idea? - el grito de Jared era más agudo - ... ¡No tiene por qué ser algo específico! ¡Tú...!

Camilo avanzó, asustándolo con su presencia.

Haziel me detuvo por el hombro para que los dejara continuar.

- Dime... por favor...-

Los cabellos de la cabeza se me erizaron. ¡Lo iba a besar! ¡Ese conquistador de poca monta ensuciaría los labios de mi amo! ¡Extendía sus dedos ávidos a la barbilla imaculada del príncipe!

Haziel me detuvo del otro hombro porque yo andaba muy revoltoso y en esa lucha otro sonido diferente nos detuvo.

Sonó una bofetada muy fuerte. La mejilla de Camilo se cubrió de carmín.

- ¡Eres de clase inferior! ¡Yo soy un aristócrata! ¡Que no se te olvide! ¡Que te hayan dado el privilegio de sacrificar tu vida por mí no implica que te tomes estas libertades! ¡Deberías aprender cuál es tu lugar en el mundo! ¡Yo soy el Espejo de Odessa, tú, un simple guardián! ¡No tenemos el mismo valor! ¡Lo entiendes!

El baldón hirió profundamente a Camilo. Diría que toda una vida no lo había preparado para lo que acababa de escuchar.

Jared hizo un mohín temeroso, pero no agregó nada más.

Lejos de los combatientes, tras la higuera, caí arrodillado hasta retorcerme de dolor. Me costaba respirar y el vacío abierto en el pecho oprimía mi corazón de tal modo que pensé que iba a reventarse. Eso estaba adentro de mi hermano, pero no lo mostraba a la luz.

- Lo he comprendido perfectamente - bramó hecho una furia y se retiró bruscamente mientras Jared le daba la espalda, arrepentido tambien por haber soltado semejante discurso.

Apenas recuperado de la pelea, me levanté girando la cabeza a derecha e izquierda. ¿A quién debía buscar? ¿Cómo arreglar los trozos de dos corazones irremediablemente enamorados? ¿Podrían volver por lo menos a compartir el espacio sin dañarse mutuamente?

- Ve por tu hermano... - indicó Haziel - yo me encargo del jovencito. No temas, no haré nada. Confía en mí.

Asentí y entré en la casa. Antes de que pudiera siquiera llamarlo por su nombre, siguió su camino a grandes zancadas, tomó al primer chico que se cruzó en su camino y lo arrastró de la cintura hasta su cuarto, tirando la puerta en evidente estado de "privacidad absoluta".

"¡Camilo, espera!"

"¡Piérdete!"

El dolor de cabeza que tenía se expandió como si mil elefantes se hubieran sentado encima. Par de complicados. Y pensar que mi acosador tenía razón. Debí haber hablado cuando tuve la oportunidad, quizás entonces no habrían llegado al extremo de protagonizar esas escenas. Volví sobre el camino recorrido y encontré a Jared en el taller de cerámicos, bajo el cobertizo. Haziel vino a mí y me pidió un par de horas para que se relajase sanamente. Vencido por su lógica decidí encargárselo y salir a pasear por la ciudad.

- Toma tus precauciones - advirtió el dueño.- ... el hombre de ayer vino haciendo preguntas muy incómodas. Mis chicos lo distrajeron, pero eso no garantiza que su jefe envíe otro. Están peinando la ciudad por encontrarlos.

- Debo ir a un lugar importante - le dije desalentado - ... gracias por cuidarlo...

- Ohhh, no lo hago gratuitamente, ya cobraré mi premio...

- ¿Cómo va el nudo sarraceno?

- Cuando regreses lo tendré listo. Promesa de amante...

- Ya regreso.

-------------------------------------------------------------------------------------------------

Las cartas que mi abuelo había intercambiado con Siri Alí debían seguir en esa casa. Mi instinto decía que era así. No podía haberlas desaparecido. Siendo la sobrina como la mayoría de muchachas que renegaban de su ascendiente gitano, debía ser bastante supersticiosa. Sufrir la maldición de su tío, el brujo muerto, sería suficiente para convencerla de guardarlas en secreto.

Fui al callejón tras la casa. El negocio de telas tenía un techo colindante. Esa era mi entrada. Bastó ingresar y pedir dos metros de seda de Samarcanda para que le dependienta fuese al interior del almacén y dejase la vía despejada. Trepar la columna redonda no fue problema. Llegar a la vara que servía de canaleta cuando la lluvia se empozaba sí, pero lo compensé con algo de flexibilidad y pude aventurar el balanceo breve antes de saltar sobre el techo. Calculaba que la sala debía hallarse hacia el lado derecho y busqué las escaleras de descenso. Los dormitorios estaban en ese lado. Sus niños debían dormir todavía y ella estaría en la cocina preparándoles el desayuno. No se veía como si viviese algún varón en la casa, por lo que colegí que era viuda o había sido abandonada. Le dejé algo de dinero en un paquete junto al viejo reloj de arena y seguí en puntillas hacia el estudio. El polvo alrededor de la puerta señaló que apenas si barría por afuera esa habitación y no había entrado desde que su tío muriese. Con una dura -pero delgada- placa de orfebrería introducida al lado de la puerta pude levantar el peso del cerrojo. Ni siquiera había candado, fue pan comido. Calculé que la puerta podría chirriar dado que la madera pesada se volvía difícil de manejar con el tiempo, así que sutilmente pasé al otro lado y volví a cerrar sin producir un solo ruido.

"Piensa Kavi..."

"Piensa..."

La lejana interferencia de Camilo teniendo relaciones en algún punto del mapa me confundió levemente.

"Concéntrate en otra cosa"

"El abuelo y siri Alí. Dos hombres mayores, amigos de toda la vida... hábitos parecidos... dónde guardaría sus secretos un hombre mayor"

Revisé el mueble caoba y halé de los cajones.

"No, no, eso es demasiado sencillo... estás hablando de alguien que pensaba como tu abuelo... en..."

El tapiz del muro de enfrente era significativo. ¡Un diseño completo del mapa Imaginal! ¡Desapercibido para los impíos, absoluto para los iniciados! Saqué el papel largo que había visto en el segundo estante y lo esparcí en cuatro partes sobre el muro. Con un pedazo de carbón empecé a frotar rápidamente. Al estar en relieve, la imagen empezó a calcarse por sí misma. Al llegar a los rayos del sol, sentí que no había pared debajo y rasgué de costado, tanteando con cuidado.

El papel salió delicadamente:

"-Si eres alumno de Uriel debes intentarlo de nuevo"

"¡Waa siri Alí, en realidad eres igual a Él! ¡No tengo tiempo que perder y me haces jugar al gato y al ratón!"

Para mi sorpresa abajo de las primeras líneas, decía:

"- y no te quejes, sólo usa la cabeza, sino eres digno de descubrir lo que buscas, no estás listo para el viaje"

La vieja generación de sabios atormentando a los herederos.

"... vaya... bien... el Axis Mundo... el sol... el poema... el poema... bajo la mirada del viejo Arquímedes..."

Me lancé hacia los libros y encontré varios tratados de Arquímedes. Ventilé las hojas con urgencia y salió una nueva hoja.

"-Buen intento, chico superficial, prueba otra vez."

Caminé dando vueltas y abajo sentí la alarma de cierta conversación.

- ¡Capitán! ¡Es un placer verlo nuevamente!

- Shhh, vengo de incógnito. Mis hombres esperan a lo largo de esta calle. ¿Se encuentra bien, señora?

¡Esa voz! ¡Se trataba de ÉL! ¡Del guerrero de la Marca! ¡El de los ojos que me hicieron enmudecer!

Puse una mano en mi pecho sólo para comprobar que mi corazón se había disparado. Desde abajo, con la casa silenciosa podía pillar todo lo que decían. No me hacía a la idea de que apenas a unos metros bajo mis pies, el Capitán de la Marca estaba caminando libremente.

"Espera... si él es quien comanda a esa tropa..."

"No... no..."

"¿Fuiste tú...?"

"Quien incendió mi hogar... quien asesinó al abuelo... tú"

Me cubrí la boca con las manos para ahogar un grito.

"Enemigo... no sé tu nombre... pero eres... mi enemigo..."

Golpeé mis propias piernas para seguir.

"Vamos Kavi, muévete, no puedes quedarte allí"

Su voz todavía llegaba a mis oídos, pero era lejana, como un pequeño ultrasonido.

- ¿La familia se encuentra bien, señora?

- Oh, sí, Capitán... aunque he tenido sueños horribles. Temo por mis niños y por mí...

- No se preocupe, la iglesia jamás abandona a los débiles y desprotegidos. El pecado de su tío será perdonado por los gentiles brazos de la santidad. Sólo entrégueme aquellas idolatrías y nosotros les quitaremos los horribles sortilegios, limpiando para siempre la atmósfera de este hogar.

- Estoy tan asustada...

- No, no, abandone esos miedos, hemos venido a salvar su espíritu...

- Esos hombres vinieron, eran dos, altos, y un chico, no pude verlo. Les dije que se fueran, no sé a dónde habrán ido.

- Hizo muy bien, pero hubiera sido mejor que les dejara entrar, así nosotros podíamos habernos hecho cargo. Debe dejarlo todo en nuestras manos... por ejemplo... ¿tiene aquello?

"No dejaré que lo tengas... las cartas del abuelo... sus enseñanzas... YO SOY EL GRAN MAESTRE"

Me enfadaba. Sobretodo porque todavía me emocionaba que estuviese tan cerca.

Cerré los ojos tendiendo mi mano frente al tapiz con rayos de sol y fui iluminado.

Vi al abuelo. Tendría más de veinte años... a su lado, el consejo, reunido secretamente en una cámara con una sola ventana, votaba. ¡Ahí fue cuando le eligieron para ser el guía de los romaníes! Era mucho más joven que yo... había vivido menos antes de llevar la nación oculta sobre sus espaldas.

"Abuelo"

Entre los electores, estaba también un joven maestre de rostro sabio.

"-Yo, Siri Alí, doy mi voto de confianza a Uriel Sinpetri, quien ha escalado el absoluto conocimiento y..."

¡Sinpetri! ¡Ese era el apellido real del abuelo! ¡La primera pista de la familia a la que pertenecíamos! ¡Se lo tenía que decir a Camilo!

Hice girar mi visión levemente y pude avistar un borde de cromo.

"¿Qué es...?"

"... eso..."

Abrí los ojos al tiempo que el Capitán subía los peldaños directamente al estudio.

"- ¡El espejo!"

De Hecho el espejo de cuerpo entero de doble fondo estaba descubierto y lleno de polvo. No lo dudé, giré la parte superior del sol y se abrió como si fuera una puerta. Retrocedí y doblé los largos papeles del mapa Imaginal que había calcado, reduciéndolos a pequeños trozos fáciles de transportar. Pasé al otro lado del espejo y cerré cuando abrieron la puerta grande, uniendo mi sonido al otro y pasando desapercibido.

Desde mi lado, la habitación se veía claramente, desde el suyo, era imposible de captar.

- Aquí es donde mi tío escribía esas cosas...

- Entonces sus cartas deben permanecer en la habitación.

Corrió las cortinas, iluminando el cuarto y pude apreciarlo entonces.

De estatura media, ojos firmes y cabello lacio, corto, austero... me hizo buscar un poco de aire.

La joven señora llamó su atención.

- Dicen que el señor que se carteaba con mi tío murió... ¿eso es cierto?

- Sí. No estuve presente, mis hombres actuaron por su cuenta. Mi segundo al mando es ciertamente brutal... eso fue imperdonable, no debió suceder. Yo... desprecio a todos los hechiceros y pecadores... pero existen procedimientos. Y ese hombre merecía un juicio justo para presentar sus descargos. Ese es mi concepto de justicia. Además... aunque distorsionada, ese hombre tenía un respetable grado de sabiduría. Odio a su pueblo... pero reconozco sus rústicos avances... y debo cumplir con mi deber tal como me lo ordenan. La misión que tengo de llevar la luz divina al mundo es superior a mi propia persona...

Abrí levemente la boca.

¡No dirigió el ataque!

¡Lamentaba la muerte del abuelo!

Para un cruzado era demasiado hablar así. Por menos que eso lo quemarían en la hoguera de la idolatría.

¿Quién era en realidad ese joven?

Y su última línea me sonó tan a mí mismo.

De lados diferentes, pero con la misma consigna...

Extrañado, se dirigió directamente hacia el espejo, soplando sobre su superficie.

Encantador...

Al otro lado podía inspeccionarlo como me viniese en gana.

Apoyó la mano sobre la superficie y alcé la mía, colocándola exactamente sobre la suya. Sólo un delgado hilo de frío cristal nos separaba.

Se alejó extrañado y pude notar que lo había sentido, no tardaría en encontrar la forma de entrar. Era momento de irse. Giré veloz y bajé las escaleras hacia el sótano secreto. ¡Tantas cosas que pude haberme llevado en vez de perder el tiempo tratando de tocar la mano de quien me hubiera cortado el cuello de saber que me tenía así de cerca!

Manuales, piedras, fundas, muestrarios.

Y por fin, en la bolsa de piel, las cartas.

Arriba, el espejo fue roto y el Capitán llamaba refuerzos. Temía que le esperasen huestes del pueblo gitano.

Elegí lo que me parecía más importante y trepé por la silla y el librero hasta llegar a la ventana circular. Un kilo más y allí habría acabado todo. Pude arrastrarme ajustadamente y surgir bajo el árbol de una casa de huerto inmenso.

Sentado sobre la base del tronco cortado de un sauce, un chiquillo de quince años balanceaba las piernas.

Verme surgir del piso, cubierto de polvo, cargando instrumentos raros debía ser intimidante.

Sus ojos se volvieron enormes y ya compungía la cara para gritar cuando...

Apliqué las sabias lecciones de la Casa de Citas.

Avancé sobre él y le estampé un señor beso que lo dejó calladito y desmayado, fuera de combate.

Lo deposité con cuidado entre las flores y pasé la valla, cuidando de no llamar la atención. Seguramente los guardias se estaban disparando por todas direcciones. No me dio tiempo de cerrar la ventana y su luz, así como el polvo que debía estar cayendo verticalmente de ella, llamarían la atención del astuto Capitán.

Alejándome, eché un vistazo en su dirección.

"¿Quién eres tú y por qué me estás buscando?"

"¿Qué quieres de mí?"

No deseaba confesar la alegría de saber que él no había incendiado la Alcalaba... eso lo eximía a mis ojos de una culpa terrible e imperdonable.

Sólo al pasar el arco del esperado refugio recordé el estado de ánimo de Camilo y Jared.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------

Jared invirtió su energía en producir casi cien vasijas con diseños florales. A su alrededor muchos chicos le prestaban atención bajo la vigilancia suave pero implacable de Haziel.

- Qué bonitas cosas sabe hacer este niño...

- ¡Tiene talento para aprender!

- ¿Quieres un bombón de chocolate?

Mi cara se estiró y las cejas se me hicieron un hilo al verlo con esa pompa. Los príncipes tienen cortes, pero son algo... diferentes a esa caterva de listillos.

- Gracias...

Recibió el dulce y siguió conversando con ellos. Vaya, en pocas horas, había hecho buenos amigos y se soltaba sin ser asediado. Incluso había empezado una carrera libre en el vasto mundo de la alfarería...

- ¡Kavi!

- Hola...

- ¿Dónde estuviste? - preguntó muy tranquilo.

- Síiii, dónde estuviste papacito... - se mordió los labios uno de ojos verdes.

- ¿De dónde sacaste tantos cachivaches? - cuestionó Haziel curioso.

- Ohhh se ha hecho amante de un coleccionista de antigüedades...- dijo un pelirrojo

- ¡A mí también me gustan las antigüedades! - participó cierto rubio.

"Invadí propiedad ajena, ví a alguien que pensé no volvería a encontrar, descubrí la ascendencia del abuelo, bajé al cuartel secreto de los gitanos en ciudad real y acosé sexualmente a un inocente menor de edad"

- Sólo fui al mercado... necesitaba algunos instrumentos... ¿necesitas algo, Jared?

- Por ahora... nada... me quedaré aquí hasta la hora de la cena.

- Bien...

- ¡Ah si...! Kavi... ¿puedo ayudar en la barra esta noche?

- ¡Que!!!! ¡Por supuesto que no! ¡Imposible! ¡No dejaré que te expongas de esa forma!

- Peero, puedo ir cubierto. Así como cuando tú bailaste... sólo llevaré las bandejas a la mesa, será entretenido, quiero ayudar a mis amigos...

Claro, de su lado sonaba fácil. Del mío era torturante y peligroso.

- ¡No-no-no! ¿Quién te ha metido esas ideas...?

Haziel iba deslizándose hacia la derecha.

- ¡Hey, ven acá!

- Kavi, ¿aquí, en público?, pero qué exhibicionista...

- ¿Qué va a hacer en público? - preguntó Jared.

- ¡Nada! ¡Nada!

- Déjalo estar tras la barra. Tú también puedes ayudar debidamente cubierto. Si llegan los caballeros se van a la trastienda. Por lo menos una hora... quiere ayudar...

- ¡Y que vea qué es lo que sucede aquí...!

- Yo sé lo que pasa aquí...

- ¡Quéeeeeeeeeeeeeee!

Invocaba a los santos maestros del paro cardiaco.

- Los chicos hacen buenos amigos y luego suben para conocerse mejor. La gente que se siente sola o triste les paga por su tiempo...¡algunos se hacen novios!

Miles de bolsas - ojeras se formaron en mis párpados inferiores.

- Ah si... por supuesto...

"Haziel, voy a matarte"

"Te desmembraré con tanta precisión que no encontrarán nada de ti..."

- Vamos... sólo será por una hora... ohhh si...- me llamó para hablarme al oído - ... soy tu príncipe... así que... es una orden.

Eso de usar el cargo cuando le convenía podría ser el principio de cierta terrible capacidad de manipular. Me olía demasiado a Haziel, así que le regalé otra mirada asesina.

- Está bien... pero te me cubres y yo estaré al lado, no te apartarás de mi lado. ¿Vale?

- ¡Gracias! ¡Gracias!

Típico del chico que vive encerrado y un día sale a la luz. Quiere empezar a comprender el mundo.

"Alguien está agotando mi paciencia..."

Fui a guardar los tesoros de Siri Alí. Sentí los pasos del perseguidor de turno y le ignoré porque en horas había desecho lo que costó meses crear en la mente del heredero.

- Kavi...

- En verdad no tengo cabeza para nada ahora... ¿podrías esperar a que descanse?

- Terminé de abrir el medallón, cariño. Una promesa es una promesa...

Fue rítmicamente hacia mí y lo colocó maternalmente alrededor de mi cuello.

- Nos vemos más tarde... chico lindo.

- Hum... quizás. Y deja de meterle ideas raras a Jared. Ya estuvo bueno con lo que aprendió hoy.

El beso volado que envió hizo hervir mi cólera y seguí tratando de no darle importancia.

Camilo se encontraba al otro extremo del pasillo.

- ¡Camilo, no sabes lo que he...!

Jaló a otro chico diferente que cedió entre risas a sus requerimientos y volvieron a desaparecer.

- ...descubierto...

"Tensión... tensión"

"¡Debo estar bajo el influjo de alguna maldición!"

"La próxima vez dejaré que los soldados me capturen y me maten, por lo menos así lograré descansar"

----------------------------------------------------------------------------------------------

Jugué con el medallón toda la tarde. No encontré el valor para abrirlo.

Sabía que por culpa de ese hombre, Myriel iba a traicionar los secretos del mundo gitano.

Los guiaría hacia nosotros, sin importarle que acabasen con nuestro hogar... incluso con los lugares donde habíamos compartido el primer amor.

La mano se me volvía de piedra y ora enredaba la cadena en la mano, ora la dejaba sobre la mesa de descanso... y así, jugando, jugando, me quedé dormido.

Abrí los ojos con las risas explosivas del salón. Jared ya se calzaba con el turbante perfectamente armado sobre sus cabellos castaños.

- Mira... me lo armó Haziel, tiene magia con las manos...

- Um... espera... ahorita voy contigo. ¿Te sientes mejor?

- He pasado una tarde divertida. Los chicos tienen una forma de hablar muy curiosa...

- Que no se te pegue... quizás una o dos palabras, será bueno pasar desapercibidos...

- Te ves muy cansado...

- No es nada... bien... ya sabes las directivas...

- No acercarse a hombres ebrios, no discutir con los clientes, no recibir propinas, no salir de la barra por ningún motivo.

- Bien... estamos listos...

Camilo y su acompañante no se escuchaban. ¿Dónde andaría mi hermano?

No debí preguntar eso... lo encontré a boca de jarro, bebiendo como cosaco en una mesa alegre y llena de admiradores.

Jared pasó por su lado ignorándolo olímpicamente y yendo a la barra.

- Qué vacía es la vida de algunos - murmuró para mí.

En pago, Camilo empezó a besuquear escandalosamente a cuanto bello tenía al alcance de la mano.

Jared rompió dos vasos y miró tres veces los cuchillos con auténtica ambición.

Sus energías iban chocando en la muestra de "espacio pesado" más brutal esgrimida en el mundo de la magia, tanto así que a varios chicos empezó a dolerles la cabeza sin saber por qué.

- Están arruinando el negocio - se quejó Haziel.- Uno acapara a todos los chicos y el otro me destroza el menaje... pensé que tendrían menos ojeriza... son muy difíciles...

- ¿Me los llevo? - pregunté sintiendo que por una vez le ganaba la razón.

- Sí... no va a funcionar...

Jared echó un vaso al otro lado y sin pensarlo, corrió al otro lado de la barra, al tiempo que venía un hombrón y lo cogía de los hombros.

- Pero qué pequeñito... ¿por qué te cubres? ¿Eres el nuevo chico de Haziel?

Le deshizo el turbante en un segundo y se quedó impresionado al ver su rostro tan lindo.

- Sabía que se ocultaba una sopresa... vaya... ven conmigo...

- No... yo no...

Salté a su lado pero Camilo me ganó. Así, ebrio como estaba no se pudo aguantar y se lanzó sobre el tipo casi desmayándolo a golpes.

Jamás le ví así de furioso como un león. Sacó al tipo y le echó en el bebedero del caballo. Luego retornó balanceándose apenas.

Jared se emocionó muchísimo con aquella prueba de lealtad y abrió la boca para agradecerle, su pecho latía como el de un avecilla alegre... cuando le vio venir hasta sonría... solo que el torpe pasó de él y volvió a la mesa a festejar. Los chicos le bañaron en vino y alabaron su fuerza, luego pasaron a besarle por turnos.

El rostro pálido de mi señor iba a albergar algunas lágrimas. Sus celos le hicieron resoplar. Apostaba que estaba a punto de ir a sacarlo de la mesa y a darle un par de bofetadas.

- ¡Es un idiota!

Y por su propio pie empezó el camino al cuarto.

¿Noches difíciles?

Nada comparado a esto...

Tras Jared, iba arrancándome algunos cabellos de raíz.

-"Haced las paces de una vez, vais a darme un cardiaco..."

-"No sé de qué me hablas, Kavi, él fue el que dijo que no alternaría con un tipo inferior como yo..."

-"¿Y no te has preguntado por qué...? Ya hablaremos más tarde..."

- "No creo que tenga tiempo"

- "¡Camilo!"

¡Me dejó colgado! ¡Cerró su mente!

- "Ustedes dos son un par de..."

- ¡Quién seas, acuéstate conmigo!

Otra lapa ya estaba trepada en mi pecho.

- ¡Debo ir a dormir...!

- ¡Claro... conmigo...!

- ¡Que no...!

- Se bajo y su broche se enredó en mi medallón...

... abriéndolo...

- Oh... lo siento... ¿es tu novio? Se ve muy guapo aunque el retrato es chiquito...

Se lo quité enfurecido y no pude evitar apreciar el retrato.

Me quedé en shock y corrí a la terraza.

El hombre que Myriel amaba...

Era el Capitán de la Marca.

0 comentarios:

Publicar un comentario